Alfredo Scalisi

Plaza Mayor

Alfredo Scalisi


Navidad

30/12/2022

Escribo este texto el día de Navidad, a las 21.54 horas, cuando la redacción se encuentra prácticamente vacía por ser la fiesta que es y porque el trabajo ya está casi acabado. Cuando ustedes lo lean, quizá piensen que estas palabras mal juntadas no tienen mucha validez porque han envejecido mal y pronto, que la actualidad manda en un medio de comunicación, aunque sea un periódico de papel en el que las noticias o las reflexiones en forma de columna no tienen la inmediatez de la radio o la televisión… Dispénsenme, pero quiero compartir con ustedes el momento que estoy viviendo aquí, en el silencio casi irreal de una redacción donde el sonido de la calefacción y el tecleo del ordenador del bueno de Rafa son los únicos ruidos que rasgan la noche. Ayer, el calor familiar y la agradable sensación de felicidad que tiene la Nochebuena, y me da igual que sea impuesta, yo solo sé que lo siento así y con eso me basta, me ofrecían un bienestar que otras noches no me otorgan.

Hoy, la comida navideña ha sido rápida porque me ha tocado trabajar. Gajes del oficio. Entonces, de improviso, como casi siempre suelen llegar las malas noticias, me han llamado para decirme que en esta noche de paz, un amigo había sufrido un ictus y que estaba en el hospital en estado grave. En realidad, más que un amigo, es una persona a la que debo mucho, muchas cosas, demasiadas…

Y es Navidad. Alguien dijo que si algún día había un juicio final, el que tenía que comparecer como acusado era el mismo Dios porque, si de verdad existe, no debería permitir que en el mundo hubiera sufrimiento, ni dolor, ni ictus, ni la madre que los parió a todos... A veces me he planteado esta cuestión, sobre todo por la noche, y suelo poner la radio para saciar mi incomprensible interés por esos señores que dan patadas a un balón y que me ayudan a despistar pensamientos incómodos.

Cúrate pronto.

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