Después de engendrar odio disfrazado de soberanismo rancio durante décadas, de apuntarse a un separatismo que ha rayado la esquizofrenia xenófoba y racista, el primer verano de la nueva normalidad tras la pandemia, sin ese boom de turistas extranjeros, la Generalitat de Torra y del exiliado Puigdemont se ha sacado de la chistera un conejo rabón. Una campaña para atraer a los turistas españoles bajo el eslogan Catalunya es tu casa. Pues bien, conmigo que no cuenten. Ya está bien de que nos tomen el pelo, que muchos de esos líderes soberanistas y su masa sectaria no haya perdido ocasión en algaradas y manifestaciones... para despreciarnos. Ahora, cuando los ingresos turísticos bajan a causa de la covid, ya no gritan por el paseo de Gracia o el de las Ramblas, eso de fora espanyols y se acuerdan de nosotros, mejor dicho, de nuestros bolsillos. A partir de septiembre, Air Nostrum, la filial de vuelos regionales de Iberia, retomará la operativa entre los aeropuertos de Villafría y El Prat, pero estén seguros de que a mí no me van a encontrar en ninguno de los aviones.

Bien es cierto que eso de la pela es la pela es un topicazo, un lugar común muy gastado e injusto, pero aquí viene ni que pintado. No es que de pronto Torra se haya convertido en amable y hospitalario anfitrión del turismo nacional, esa nueva campaña de promoción catalana, que ha supuesto la mayor inversión -7,4 millones de euros- nunca realizada hasta la fecha, es solo un intento dirigido a mitigar los cerca de 15.000 millones de euros perdidos en la comunidad a causa del coronavirus. Y peligran a la vez 90.000 puestos de trabajo relacionados con el sector turístico… Lo siento por ellos, pero aquí también necesitan que les echemos una mano. Además, en Burgos y en Castilla y León no hay costa pero se está la mar de bien.