Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Estigmas

29/05/2023

«Doctor Lorenzo, he pedido un crédito para comprarme un coche ¿cree usted que me dará tiempo a pagarlo?». Esa fue la pregunta que me hizo en la consulta un paciente con sida y que me dejó descolocado, nunca antes me habían preguntado algo así. «No sé -contesté- pero si te da tiempo lo pagas y si no de alguna manera se resolverá».

Las enfermedades condicionan la vida no sólo en la salud como tal, sino también en otros aspectos como éste que me consultó mi paciente, al cual recordé al oír que se iba a instaurar una ley de derecho al olvido oncológico para que el estigma por tener una enfermedad no añada más sufrimiento al hecho de estar enfermo. Y la enfermedad estigmatiza aunque no todas por igual. La palma en esto en las últimas décadas se la ha llevado el sida, enfermedad estigmatizadora por excelencia que obliga a quien la padece a vivir en la clandestinidad, a ocultar para no ser rechazado, que simplemente estás enfermo y eso no da derecho a nada ni a nadie a maltratarte, excluirte o estigmatizarte.

Mi paciente no llegó a pagar su coche, pero astuto él consiguió el crédito. Muchos otros han sido estigmatizados y excluidos porque si has tenido un cáncer, una depresión, tienes antecedentes de haber consumido sustancias aunque estés rehabilitado, o tienes un diagnóstico que te pone bajo sospecha, caes en la lista negra de posibles morosos y te expulsan del mercado. 

El estigma es una lacra social, pero algunos lo exhiben sin pudor como algún partido político de cuyo nombre no quiero acordarme que saca pecho con proclamas racistas anclándose en el pasado como modelo de futuro. Y son legales. Tienen una hemiplejía moral manifiesta e intercambian patriotismo por platos de lentejas: nada nuevo. 

Y sin pudor hemos asistido al penúltimo episodio de estigma y racismo en el fútbol. Valdano definió el fútbol como un estado de ánimo, pero también es un escenario donde agresividad y racismo conviven en buen maridaje amparados por esa gran maquinaria de hacer dinero que convoca a televisiones, directivos y organismos europeos y mundiales que se enriquecen con la pelota suministrando pan y circo al pueblo llano.

Bienvenido sea el derecho al olvido, y el derecho a ser diferente.