Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


No paran

27/12/2021

La persona que decide recorrer la ciudad caminando, el peatón, tiene que ser consciente de que algunas zonas son, directamente, hostiles. La cosa va así: en las calles más amplias, en las que hay dos carriles para la circulación de coches en cada sentido, el que va andando se convierte en un ser más frágil que una gacela coja en el Serengeti. En esos ecosistemas, los vehículos se sienten fuertes y poderosos y circulan a una velocidad por lo general elevada. Se saben dueños del territorio.

Esto sucede por ejemplo en la Avenida Castilla y León. Allí, si uno intenta cruzar tiene dos opciones: puede lanzarse al paso de cebra confiando en que el coche que se acerca, a pongamos 50 por hora, se detenga. Es una posibilidad, pero la velocidad y que los diez anteriores no hayan parado disuade un poco. Por contra, puede esperar a que no venga ningún vehículo, aunque eso a la hora de comer, por ejemplo, implica llegar a casa para cenar.

El hecho es que, en esos entornos que recuerdan más a una autopista de Los Ángeles de ocho carriles que a una alameda o un paseo, los automóviles no paran en los pasos de cebra por sistema, la mayoría no lo hacen. Y el peatón se siente como el citado antílope intentando atravesar la sabana cuando la cruza una manada de miles de ñus. Sabe que se la juega.

Ante esta cuestión las soluciones básicas son dos:

1. Educación. Concienciar a los conductores de la necesidad de respetar los pasos de cebra nunca está de más. Pero, a estas alturas de la película, ¿parará en los pasos el que no lo hace por mucho que se le diga?

2. Represión. Se me ocurren varias vías para acabar con el problema por el camino más corto. Podrían colocarse semáforos en todos los pasos; eso sería definitivo y además haría más engorroso circular en coche por la ciudad y algunos optarían por otros medios de transporte, que debería ser el objetivo. Del mismo modo, una campaña ejemplarizante de multas podía surtir efecto. Uno no es muy partidario de la represión por la represión, pero en ese caso se trata más bien de reequilibrar las fuerzas entre ñus y gacelas cojas. La cosa tiene un punto romántico, a todo el mundo le gusta que, aunque sea por una vez, gane el débil.

Salud y alegría.