Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Insultos y noticias

26/09/2022

Hace ya mucho que a los anticuados defensores del decoro, la cortesía y los buenos modales, así en el deporte como en la empresa, en la televisión como en la calle, se los desacredita por buenistas, pueriles y debiluchos, y a cambio la descalificación y el insulto se enseñorean con reciedumbre en toda suerte de manifestaciones sociales en nuestro país, con su abundantísimo inventario léxico y una rica panoplia de variantes regionales. La política no ha hecho ni mucho menos excepción a la norma de nuestro tiempo, al punto de que los vejámenes que se intercambian nuestros representantes han ido perdiendo impacto público por la exasperante reiteración con la que se producen; simplemente, han dejado de ser noticia.

Por eso mismo, a uno le ha despertado un interés vivo que los medios de comunicación hayan convertido en escándalo la trifulca parlamentaria de hace unos días, en la que el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan Manuel García-Gallardo, ultrajó al procurador Francisco Igea llamándolo imbécil por lo bajini. Como ha quedado dicho, la agresión verbal, el atropello grosero, el recurso del exabrupto a falta de argumentos razonables, constituyen moneda tan común en nuestro degradado patio político que acaso lo único que nos debería sorprender sea la pobreza de vocabulario que exhibe el colérico García-Gallardo a la hora de ofender al personal.

Mucho más provechoso resultaría interesarnos por la realidad espinosa a la que este tipo de insultos pretenden en tantas ocasiones poner sordina, y que en el caso que nos ocupa se centraba en la falta de transparencia de nuestro gobierno autonómico en el trance de informar sobre el reparto de la publicidad institucional, debate que quedó fatalmente difuminado, tanto en las Cortes como en los periódicos, por la zafia salida de tono del señor vicepresidente. 

En cuanto a la ejemplaridad a que están obligados los partidos políticos, y el respeto debido al oponente ideológico, y la buena educación en la vida pública, bien podríamos contestar lo mismo que Gandhi cuando un periodista le requirió su opinión sobre la civilización occidental: «Pienso que sería una buena idea».