Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


En algún lugar suena una orquesta

26/07/2021

(A los solitarios, y solitarias)

En algún lugar de la montaña de un pueblo perdido, donde un enorme hotel corona el silencio, suena una orquesta tocando una canción de amor. Alguien la escucha y deja un momento la pista de baile y se aleja por la penumbra que los focos crean al extinguirse la luz, donde comienza la oscuridad de la noche. Y allí, solo, recogido, hastiado de realidad, piensa en cuanto amó y el tiempo arrastró hasta los vertederos de la memoria; en cuanto ama y no puede tener entre sus brazos, porque cuando quiere abrazarlo se desliza y se pierde; en cuanto ama y crea en su corazón un deseo que necesita encontrar su camino.
Allí, en su penumbra, protegido por el aliento eterno de los olivos, observando la alegría desentendida y devoradora de la fiesta, el que se aleja de la pista de baile siente un profundo y dulce pinchazo de melancolía. La canción de amor le ha despertado de la ceguera del jolgorio. Ha abierto los ojos y ha visto el amor en la ausencia, y ha sentido como si una angustia dulce le llenara el pecho, como si un deseo de tener algo que no cabe en sus manos ni en su mente estuviera a su alcance, pero solo podría tenerlo con una fugacidad posesiva.  
En algún lugar suena una canción de amor en medio del calor, las luces, el baile y la alegría. El fuego del alcohol quema el pecho de quien escucha la música oyendo el gemir el alma de los olivos. El aire fresco de la noche seca el sudor de su cuerpo. Algunas fincas pespunteadas en el vacío destrozan la oscuridad de la extensa llanura. La luz de las estrellas, libre en el viento limpio, sacia su sed de belleza y alimenta el hambre de gozo de la melancolía. La canción dice que una noche mágica ella le agarró del brazo, bajo un cielo de estrellas, y le dio un beso rápido, y que esa es la historia de como se conocieron, la versión larga. Los festeros apenas la entienden porque la estruendosa música electrónica anula la letra, que sin embargo se escucha bien a cierta distancia.
En algún lugar suena una orquesta que toca una canción de amor, y el solitario la escucha pensando que cada palabra le lleva a alguien que no está con él. Piensa que es un solitario porque demasiadas veces lo que busca no está donde él se encuentra. Y la justa alegría de sus amigos y la melancolía que siente se mezclan en un sentimiento extraño. Habla pero no siente dentro su voz. Baila pero no baila. Ríe pero no se le muere la nostalgia. Se siente el lobo estepario de Hesse, ese libro que desde joven le mostró su alma retratada y diseccionada en un mapa de letras.