René Payo

Del Ayer al Hoy

René Payo


Repensarnos como país

28/07/2020

La grave situación a la que nos ha llevado la pandemia del Covid-19 ha puesto en evidencia no solo la enorme vulnerabilidad individual que nos define sino también nuestra gran debilidad como sociedad. Todos los expertos señalan que, además de las consecuencias sanitarias, viviremos graves repercusiones económicas. Aunque esto tendrá su reflejo en todos los países, algunos como el nuestro se verán especialmente afectados por su especial estructura económica.
Muchos recordamos el trauma que vivió España en los años centrales de la década de los 80 del siglo XX a raíz de la denominada Reconversión Industrial, aunque este proceso debiera definirse, más bien, como Liquidación Industrial. Quizá fue el precio que entonces hubo que pagar por nuestra incorporación en la Unión Europea. Lo cierto es que buena parte de nuestra industria pesada desapareció en muy pocos años, optándose por un modelo económico basado en los servicios. Buena parte de las grandes industrias que sobrevivieron fueron aquellas que tenían capital extranjero. Desde entonces, se ha producido el curioso hecho de que, ante el miedo de que estas pudieran desaparecer, las administraciones públicas han derramado sobre ellas cientos de millones, bajo el chantaje de la deslocalización. Piensen en Nissan y en Renault solo por citar dos ejemplos del sector automovilístico.
Pues bien, en el actual contexto vemos cómo el hecho de habernos centrado tan fuertemente en el ámbito de la economía de servicios puede resultar letal ante cualquier episodio de desestabilización del sector. Obviamente, debemos seguir apostando por este importante ámbito de nuestra economía, pero creo que no podemos fiar el 15% de nuestro PIB al Turismo. Hemos dejado pasar lustros sin impulsar una economía creativa basada en la industria y en las nuevas tecnologías y en una verdadera reconversión de nuestro sector primario que en parte sobrevive gracias a las subvenciones comunitarias. Quizá debiéramos hacer de la necesidad virtud y comenzar a plantear nuevos modelos económicos en el que no solo seamos el parque de recreo de Europa, sino un país que aproveche el talento tecnológico y científico, generado en sus centros formativos, capaz de mirar de tú a tú en este campo a sus socios comunitarios.