Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


1974

21/06/2021

El jueves pasado nos tocó la vacunación a los nacidos en 1974 y empadronados en la ciudad de Burgos. Resulta curioso que se juntasen en un momento y lugar concretos todas las personas que vinieron al mundo el mismo año y ya han cumplido varias décadas. De hecho, si no fuese por un acontecimiento catastrófico e imprevisto como el que tenemos encima nunca hubiese ocurrido tal encuentro, en el que, por supuesto, saludé a varios conocidos.
A cada uno la vida le acaba llevando por un camino, pero de niño o adolescente no se es más que un miembro de una tribu cuyo único vínculo es la coincidencia en el año de nacimiento. Este dato, en apariencia nimio, resulta determinante en ese periodo de la vida y crea lazos indestructibles. Uno acudirá al colegio en la interminable primaria y al instituto con individuos de su misma edad exactamente; de entre ellos escogerá a sus amistades, quizás imperecederas; junto a ellos se estrenará en casi cada cosa que uno puede inaugurar en la vida; con ellos se peleará y a ellos volverá la mirada en busca de ayuda. Esta especie de hermandad ultrageneracional se mantiene hasta el fin de la universidad, para aquellos que acuden a ella, y en otros tiempos, para los varones, cuando cumplían el servicio militar. Después, la tribu se diluye y las relaciones se amplían y mezclan. 
Por eso, al acercarse a una cita así, todo el mundo, quiera confesarlo o no, ha sentido la curiosidad sobre el aspecto que tendrían sus coetáneos. En realidad, uno se pregunta por el suyo propio; si los demás andan muy cascados, sube el ánimo. Esto no te convierte en la mejor persona del mundo, pero tampoco estás matando a nadie. El caso es que, el jueves, los del 74 no tenían mala pinta, qué quiere que le diga. Todavía estamos ahí, con apariencia de gente que puede hacer cosas y le queda mucha vida que pelear, devorar y disfrutar, aunque igual me estoy dejando llevar por una furia generacional renovada. Otros, tal vez, podrían vernos como una macrorreunión de padres y madres con hijos en el instituto en plena cuesta abajo. Vale, muchos somos padres de jóvenes de secundaria, pero esa reunión era otro día.  
Haciendo memoria, la anterior megaquedada de burgaleses nacidos en 1974 fue, probablemente, la Selectividad que hicimos en junio de 1992. Recuerdo que terminamos un viernes lluvioso y después, en rebaño, nos acercamos desde la universidad, que entonces aún no era la UBU, a Las Llanas a darlo todo. Y vaya si lo dimos. Han pasado casi 30 años, esperemos no dilatar tanto el próximo encuentro y si es posible que no sea en un lugar en el que nos pidan la tarjeta sanitaria. Pero vamos bien, chavales. Salud y alegría.