Me gusta la sensación de tararear una canción cuando tengo un tema en la cabeza. En este caso no lo tuve claro y mi mente se iba, ya ven, de La cabra mecánica a Albano, del Felicidad, qué bonito nombre tienes; felicidad, vete tú a saber dónde te metes' a 'felicità, nino nino tariro, felicità (técnicamente, Felicitá, e tenersi per mano andare lontano, la felicita…). Les presto ambas para que elijan u opten por la suya propia, claro. El caso es que hace varias semanas oí hablar tanto de estudios sobre la felicidad, que decidí hacer hueco al caso. Me sorprendí de que 'sesudas' investigaciones de Oxford y Harvard tenían en común una cosa y es que ese ansiado estado de satisfacción espiritual y física está estrechísimamente relacionado con el vínculo que tenemos con los demás.

Familiares y amigos, revisemos nuestros afectos. Junto a dejar de fumar, lo mejor que podemos hacer es tener una red de amigos de calidad. Que no lo digo yo, que lo dice Robin Dunbar, un interesantísimo psicólogo de la Universidad de Oxford al que les invito a rastrear. Es el mismo que afirma que «es mucho mejor para salud quedar en un bar con tus amigos que salir a correr tú solo» (aunque aclara que todo depende de cuánto alcohol se consuma…). ¿Cómo osaría yo a contradecir una afirmación como esta? También critica que la vida moderna ha destruido los espacios comunes que nos empujaban a hacer amigos, «desde las iglesias a los pubs». Más razón que un santo.

Quiero sumar a esta reflexión la del psiquiatra Robert Waldinger y el psicólogo Marc Schulz, ambos al frente del mayor estudio mundial que se está realizando desde hace 84 años en Harvard para dar respuesta a la pregunta: ¿qué nos hace felices? «Las buenas relaciones nos mantienen sanos y felices. Punto». Sí es una simplificación a muchos años de trabajo, pero ni empleo, ni dinero, ni probióticos, ni una talla S… Amigos. Esa es la clave. Y cada uno tiene nombre propio.