Guillermo Arce

Plaza Mayor

Guillermo Arce


Harrison Ford

23/05/2023

Harrison Ford me representa y creo que no soy el único. Mi vida la marcan las inolvidables películas que ha protagonizado a lo largo de 40 años. Hasta hace poco decía lo mismo de la saga de la Guerra de las Galaxias, pero hace tiempo me he perdido entre tantas secuelas, precuelas, series y 'reseries' y personajes resucitados en realidad virtual. Harrison Ford, sin embargo, está ahí, a sus 81 años, dándole al látigo y protagonizando aventuras con mayúsculas, esas que te hacen olvidar por dos horas que hay que madrugar o trasnochar para cobrar la nómina cada mes y que los años a unos les caen estupendamente y a otros de lado o torcidos, como la curva de la barriga. 

Recuerdo con mucha nostalgia cuando hacíamos las colas ante el desaparecido cine Cordón (hasta la calle Santander) para no perdernos las aventuras del Arca Perdida, del Templo Maldito o la Última Cruzada. Empezamos esta maravillosa relación a principios de los 80, con las 120 pesetas justas en el bolsillo de todos los colegas de la pandilla, y terminamos en 2008 con La Calavera de Cristal, esta ya con euros, hijos y delante de un televisor tan grande como la pared. Les conté que antes las televisiones eran gordas como neveras y que el cine se veía de verdad, en pantalla grande y rodeado de humanidad.

Ford, además, va más allá. Cada vez que le escucho promocionar su última película recuerdo que su gran pasión es la carpintería, que todos los millones de dólares que se embolsa con cada estreno no le pagan el pasar una tarde entre maderos y serruchos y embadurnado de polvo. Ha sido y es un elegante y hermoso caballero, sencillo y tímido como pocos, de esos que trascienden toda la fama y brillo universal que les rodea para decirnos sin decirlo lo perecederos y prescindibles que somos todos, él incluido. Ese tipo de gente me representa y, afortunadamente, existe, pero Indiana Jones solo hay uno.