Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


El Madrid de los Fernández Vázquez 

12/04/2021

A finales de los 70, principios de los 80, el Madrid fue el Madrid de los García. Y quizás sea cosa de ser Martínez, siempre he sentido debilidad por esos apellidos tan nuestros. Sin estar falto de talento, aquel Madrid no tenía el brillo de la época de Di Stéfano, pero jugó una final de Champions, ganó ligas y dejó un sello muy del gusto de la hinchada madridista, dejarse la piel, luchar hasta el final, no darse por vencido. 

Ahora no son García, son Fernández, Nacho, y Vázquez, Lucas. Seguramente dentro de unos años cuando recordemos esta era blanca, la post CR, lo haremos como la del Madrid de Zidane, veremos si algún entrenador en el mundo consigue algún día igualar al "alineador", al de la "flor", ¡ja! O el Madrid de Benzema, ¡qué jugador! pide a gritos estar en la terna del Balón de Oro. O el Madrid del mejor centro del campo en años, Casemiro-Kroos-Modric. O el Madrid del eterno Ramos, capitán hasta en la grada. Pero sería justo que la historia recuerde y ponga en el sitio que merecen también a jugadores como Nacho y Lucas. Canteranos. ¿Problemas? Cero. ¿Soluciones? Siempre. Dos joyas para cualquier entrenador. Y no porque cuando chupan banquillo no protestan, rara avis en este fútbol, la verdad, y tampoco porque tengan esa pinta de ser los yernos ideales, sino porque son muy buenos. Mucho. Tanto que uno se ha echado a la espalda la defensa y manda como si fuera el jefe de toda la vida. El otro ahora mismo es tan determinante que se ha convertido en la baja que más preocupa al Madrid. Se dejó la rodilla en el Clásico, y deseo de corazón que no haya sido su último partido de blanco.

Los dos representan lo mejor de los valores del Real Madrid. Yo les renovaría de por vida. Y si fuera Luis Enrique, lesión mediante, me los llevaría a la Euro. Pero no se confundan, no por buenos chicos, que lo son, sino por buenos futbolistas. Además de ejemplares, en contraste con el bochornoso final de Piqué y Koeman. Hay que saber perder.