Por cierto, ¿el teletexto de la tele sigue existiendo? ¿Y qué fue de la marca de coches Daewoo?

Seguro que a ustedes también les pasa que, sin venir a cuento, les asaltan preguntas más o menos absurdas pero que tienen algo que ver con nosotros y nuestro pasado. O simplemente por curiosidad. 

Yo, por ejemplo, llevo treinta años viendo todos los días a la misma modelo en un escaparate de una peluquería (espectacular, todo sea dicho; la chica) y me gustaría verla ahora, a ver cómo le han sentado estas tres décadas, para saber a qué se dedica, dónde vive, si tiene hijos o nietos, si trabaja en una mercería o es youtuber... O si tiene una cadena de peluquerías. Bueno, seguro que serían centros de estética. Hablando de todo un poco, ¡cómo han proliferado en los últimos años los locales esos de hacerse las uñas!

Supongo también que más de uno de ustedes, al adelantar a un camión que lleva varios cochazos nuevos a algún concesionario, habrá dicho en voz alta: «A ver si se le cae alguno y nos lo llevamos a casa». ¡Y quién no ha acelerado o ralentizado el paso para no coincidir con algún vecino en el ascensor! O ha dicho «criatura» o «bellezón» cuando no sabemos o no nos acordamos del sexo del bebé de unos amigos.

¿Qué fue antes, el naranja color o la naranja fruta?

¡Qué manía con que en las novelas y en las películas a los periodistas y a los policías duretes y al borde de la ley siempre los pinten como casi alcohólicos y fumadores empedernidos (o sin casi)!

Y hablando de manías, me irritan los escritores y escribidores que abusan del uso de citas literarias. Parece que, en vez de transmitir algo más o menos personal, quieren hacernos ver que son muy cultos y leídos. (Por cierto, hay libros de citas que las tienen ya ordenadas por temas). 

Y digo yo, con lo entregados y orgullosos que son los seguidores del Athletic Club de Bilbao con su equipo y su camiseta (lucida día sí y día también), ¡qué pocos han puesto a sus hijos de nombre Mamés!