Guillermo Galván es un periodista y escritor que trabajó durante muchos años en la Agencia EFE y que, no sé por qué razón, situó la trama de una de sus novelas de corte policíaco en nuestro pueblo, concretamente en el año 1942. El punto inicial del libro es la desaparición de un monje arandino del monasterio de La Vid y el protagonista es un policía madrileño que es enviado a Aranda a tratar de resolver el caso.

A lo largo de toda la trama se describen con un gran rigor y minuciosidad los paisajes arandinos y lo que debía de ser la sociedad local de la época, con la guerra civil recién terminada y donde los matones de camisa azul campaban a sus anchas. Se nota a la legua que el autor se ha documentado muchísimo y muy bien sobre los aconteceres arandinos de esos años y de los que precedieron al golpe de estado del 36, esos pasajes de nuestra historia reciente de los que durante décadas sólo se hablaba a escondidas y en voz baja. Por la novela desfilan algunos de los personajes locales, unos perfectamente identificables y otros que, a pesar de utilizar apodos locales, son fruto de la imaginación del autor, pero cualquiera que viviera esos años y un par de décadas posteriores puede reconocer nuestros paisajes urbanos antes de que la piqueta, la dejadez (y quizás el interés) de nuestras autoridades locales y el gran poder de los constructores locales, destrozaran una parte importante de nuestro patrimonio.

La novela está bien escrita, se lee bien y por allí aparecen acontecimientos regionales muy importantes como es la construcción del Pantano de Linares, obra realizada en buena parte por unos centenares de los cientos de miles de los presos políticos que existían en aquella época que redimían penas por el trabajo y gracias a los cuales se realizaron en España las principales obras públicas de la época. En fin una novela muy recomendable.