Hace algunos días se anunció el cierre, el próximo día 31, del hospital de San Juan de Dios. Los responsables del centro reclaman a la Junta de Castilla y León  una cantidad económica superior por el convenio que mantienen con la sanidad regional. Aducen pérdidas y consideran inviable la continuidad con las condiciones actuales. Sacyl, de entrada, no acepta esta petición.
Ese convenio, como todo el mundo sabe en esta ciudad y provincia, se centra principalmente en el cuidado de pacientes en situación terminal. Quien más quien menos ha visitado en este lugar alguna vez a algún familiar o amigo. Y en esa circunstancia, uno se da cuenta de que la medicina no es solo curar sino también procurar las más dignas condiciones posibles a un enfermo en esa etapa.
Ignoro si la petición del hospital es justa y razonable o no lo es, pero no he oído nada tampoco de cuáles son las alternativas que ofrece la Junta ante el cierre. Imagino que frente a este desacuerdo, el Sacyl tendrá previsto cómo dar un servicio similar a las personas que lo necesitan, y cómo hacerlo de aquí a tres semanas. Si es así, no estaría de más que lo explicasen, de lo contrario podría parecer que el plan es que no hay plan. 
Me resulta difícil imaginar cuáles pueden ser las alternativas a San Juan de Dios en este momento de, no lo olvidemos, pandemia mundial. ¿El HUBU? No parece muy razonable cargarlo con más pacientes que requieren unos cuidados tan específicos. ¿El Divino Valles?, ¿de un día para otro? Parece complicado. Además, todo esto, ¿con qué personal?... Y eso sin contar con los plazos que suelen manejar las administraciones públicas para materializar los proyectos, como se ha visto, por ejemplo, en el culebrón inacabado del centro de salud del Silo.
En este asunto brotan las preguntas pero las respuestas son esquivas. De hecho, ahí va una más: ¿se imaginan aparecer en los medios ante la opinión pública como la administración responsable, o al menos corresponsable, del cierre de un hospital con la que está cayendo? En un momento de emergencia, en el que nadie va a cuestionar la necesidad de gastar lo que sea necesario en sanidad, habría que ser muy bueno para explicarlo y convencer de que lo mejor es tener un hospital menos. Estamos hablando del cuidado de los nuestros en el final de la travesía, igual es lo suficientemente importante como para darle una vuelta. Salud y alegría.