José María Vicente

El Rincón de...

José María Vicente


Kiss and Go

10/05/2022

La primera objeción que se me ocurre a este mecanismo de entrega rápida de los niños en el colegio es la propia denominación elegida. La fascinación que algunas personas tienen por la utilización del inglés venga o no venga a cuento tendría que ser reprochada por quienes ostentan la responsabilidad de gobierno. Un beso y un adiós, ya lo cantaba Nino Bravo. Pero vamos a lo importante. Se trata de evitar los atascos que se producen en los entornos escolares sobre todo a primera hora de la mañana. Ya ha habido críticas de los colectivos defensores de la utilización de la bicicleta como medio de transporte entre los que me cuento. La estrategia tiene que ser promover la utilización de la bici y no facilitar aún más el uso del coche. La solución es dar seguridad real a los desplazamientos ciclistas por la ciudad. Ahora no veo posible que los padres o los abuelos lleven a los niños al colegio moviéndose en bici por unas calles llenas de coches precisamente a una hora en la que todo son prisas por llegar a tiempo a la puerta del colegio o al puesto de trabajo.

Soy ciclista urbano desde siempre, no siento mucho miedo a circular por determinadas calles y conservo los reflejos necesarios como para reaccionar al sinfín de situaciones comprometidas que sólo el usuario cotidiano de la bici conoce. Ya he dicho en más de una ocasión que el conductor todavía está muy lejos de respetar al ciclista cuya presencia en la calzada es interpretada en muchas ocasiones como una provocación que ralentiza el tráfico. Sigo diciendo que la policía local debería patrullar las calles en bici y sin uniforme antes de multar a los ciclistas que llegan al casco viejo incluidos los peregrinos. No tiene ningún sentido obligar al ciclista a utilizar muchas calzadas que discurren paralelas a amplísimas aceras prácticamente desiertas de peatones o prohibir cruzar puentes con anchura más que suficiente como para albergar ambos usos con seguridad. Y este argumento cobra mucha mayor fuerza cuando el héroe/heroína de la bici trata de llevar a su hijo al colegio en hora punta rodeado de conductores nerviosos. Las cosas no se arreglan simplemente con el copia/pega de una prolija ordenanza de movilidad ajena a la realidad de las calles.