Carmen Hernando

Desde la campiña

Carmen Hernando


Valorar lo que se pierde

03/07/2020

Esta pandemia ha hecho añicos el orden de nuestras prioridades. No solo han subido en nuestro ranking personal sectores tan destacados como la sanidad, que había caído en los últimos años de manera generalizada, sino que han aparecido conceptos que hasta ahora dábamos por sentados. Este es el caso de la libertad de movimiento.
Durante estos meses hemos sufrido diferentes grados de restricciones de la movilidad, tanto físicas como horarias, algo inédito en las últimas décadas de nuestro país. Y no nos ha gustado nada. Estábamos acostumbrados a poder salir de casa a lo que quisiéramos cuando nos apetecía, a coger el coche y plantarnos en cualquier sitio cuando nos daba la gana, a quedar con nuestros familiares y amigos a cualquier hora, a planificar nuestras vacaciones en cualquier lugar del mundo sin más limitaciones que nuestro tiempo y presupuesto, o simplemente a ir al trabajo todos los días. Nunca pensamos ni siquiera que todo esto implicaba algo que nos podían quitar: nuestra libertad de movimiento. De la noche a la mañana nos quedamos sin ella y todo cambió.
¿Cuántas cosas tenemos que damos por sentadas? Durante estos meses nos hemos dado cuenta de muchas de ellas, hemos tenido tiempo de echarlas de menos, de apreciar nuestro día a día previo a esta crisis; pero también de valorar todo lo que no nos habían quitado: dedicar tiempo a las personas con las que vivimos, ese vermú dominguero en nuestro hogar con sus gildas caseras, esa peli que llevábamos años queriendo ver... Ahora volvemos a nuestra vorágine habitual poco a poco, y nos olvidamos de nuevo de lo que de verdad importa. Nos olvidamos de que es posible que no siempre esté ahí.
Aprendamos a valorar lo que tenemos antes de perderlo. Esta experiencia nos ha enseñado que no podemos confiar en que todo seguirá siempre igual. Debemos disfrutar de las experiencias, de las personas, de las cosas, cuando las tenemos, en el presente, porque cualquier día nos despertaremos y algunas habrán desaparecido. Que no tengamos que arrepentirnos de no haberlas saboreado al máximo.