Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


El chat

09/12/2020

El desvelamiento del chat de los exmilitares y las cartas enviadas al Rey confirman mejor que cualquier encuesta del CIS la deficiente cultura democrática de España. Ítem más, los graves peligros que la acechan. Las brutales expresiones sobre fusilamientos de más de la mitad de la población, la fraseología casposa para referirse al Gobierno, las llamadas a la sublevación, la admiración por el golpe de Estado del 36 o por el dictador, muestran la terrible realidad de nuestros cuarteles: una arraigada cultura antidemocrática y franquista que, inevitablemente, conduce a una profunda deslealtad institucional. Y así lo afirma el teniente coronel retirado José Ignacio Domínguez. Que cuarenta años después, la dictadura tenga tales créditos demuestra las graves carencias de nuestro sistema.
España es un país profundamente ignorante de su historia. Los instalados cómodamente en el franquismo despreciaron y reprimieron cruelmente a quienes no compartía su estrecha visión de la sociedad, más de la mitad de la población. Muerto el general, la nuestra ha sido una historia acelerada de autodidactismo sobre las libertades y los valores democráticos, porque entre unas y otras burocracias -las de uniforme, toga y tonsura-, y con el concurso de los partidos de los nostálgicos de la dictadura, pusieron todos los obstáculos posibles para que no calaran tales valores ni la educación para la ciudadanía o no se adaptaran convenientemente los curricula de las academias militares.
El lamentable chat demuestra, frente a quienes se empeñan en lo contrario, la importancia y valor de Políticas de Memoria que defiendan los Derechos Humanos y los valores democráticos; su indiscutible necesidad. 
Con su participación en misiones de paz por todo el mundo, los militares españoles recuperaron estima y admiración. Los penosos sucesos del Yak-42 mostraron, sin embargo, cómo los compromisos de los mandos no eran los que pensábamos, menos aún los del inefable ministro Trillo. Y aquel castillo de naipes se derrumbó. Hoy continúa ese triste destape. Las fuerzas armadas no pueden plantearse la vigilancia social, el definir objetivos a reprimir. Si el espíritu que domina es ese, tenemos un grave problema como país. Con su lamentable actuación, los militares retirados han contribuido a la erosión de la institución militar y de la corona. No entienden que viven dentro de una sociedad moderna, plural y heterogénea, que ahora los percibe, de nuevo, como el potencial represor de sus libertades.
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