Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


De Semana Santa a los Santos

29/04/2020

El problema que ha congelado la vida en las últimas semanas ha aplazado también un pequeño movimiento migratorio que se repite anualmente y que no ha aparecido en ningún informativo.
En esta época, cuando la primavera despunta, cientos de personas mayores, o muy mayores, regresan a sus pueblos de origen para establecerse hasta que el frío ataque de nuevo. En pareja, o solas (principalmente son viudas) vuelven a las casas de sus pueblos desde Gamonal, Vadillos, San Pedro de la Fuente, Basauri, Barakaldo o Sant Boi de Llobregat, donde han resistido otro invierno. 
Muchos se despidieron el octubre pasado deseando encontrarse de nuevo a estas alturas del año en el mismo sitio, señal inequívoca de que seguirían en el mundo y bien. Estos días, estarían abriendo ventanas para expulsar el frío, único habitante de sus casas en los últimos meses; afanándose en limpiarlas; preparando huertas y jardines y reencontrándose con otros y consigo mismos. 
Contarían las bajas, repasarían los nacimientos, darían su parte médico y echarían un buen rato en la cola alrededor de la furgoneta del carnicero, el panadero o el frutero. Se acercarían a leer el diario al bar y gozarían de un paseo a última hora de la tarde, ahora que el sol ya se empieza a ocultar a cámara lenta. Todo en calma hasta que en julio y agosto hijos y nietos, «los veraneantes» en el argot de los pueblos, copen la vida. Y así de Semana Santa a los Santos (en los pueblos aún se usa el santoral para marcar las fechas).
Estas aves migratorias, salieron de sus pueblos hace más de medio siglo, pero han tenido su vida con un pie a cada lado. No son muy diferentes de las cigüeñas que habitan los campanarios de las iglesias de sus localidades, que no pueden dejar de regresar cada año. Y este movimiento migratorio casi invisible tiene en sus protagonistas un indudable efecto terapéutico. En el mundo de hoy, así son las cosas, son viejos anónimos en las ciudades pero alguien con nombre en sus pueblos. Ahí parecen y seguramente se sienten menos viejos, un poco porque no hay jóvenes y otro poco porque simplemente se sienten bien y llevan las riendas. Este año han fallado, por imperativo legal, pero quién sabe si el BOE les dedique unas líneas cualquier día y puedan acompañar a las cigüeñas. Salud y alegría.