Claudia Vicente

A vuelapluma

Claudia Vicente


Falta de vocaciones

24/03/2023

Leo una noticia de que dentro de una generación nos vamos a quedar sin curas en las iglesias por falta de vocaciones. Luego veo lo de Tamames. Después dejo de procrastinar y vuelvo al trabajo, donde tengo un proyecto brutal en el que comparto responsabilidades con dos chicos nacidos como mucho en el año 2000. Extraterrestes para mí, seres de otra dimensión para Tamames.

¿De verdad que es esto lo que tenemos que ver en el Congreso? ¿A los de siempre y a los de antes todavía discutiendo por las mismas cosas una y otra vez? ¿A nadie, y con nadie me refiero a todos, le da vergüenza esto? Quizás la noticia sea que dentro de poco no tendremos diputados por falta de vocaciones.

Los problemas a los que se enfrentan los chavales que trabajan conmigo no tienen nada que ver con nada de lo que estamos viendo. Son brillantes, y se merecen otra cosa. Se merecen un planeta, se merecen una seguridad laboral, se merecen que les dejen expresarse, se merecen que se hable más de la caca de la vaca en el hemiciclo.

Porque sacar a relucir a Isabel la Católica puede estar bien, pero que con los desperdicios de la ganadería se puede generar un gas exactamente igual que el gas natural que compramos a Rusia, que va por las mismas instalaciones, que prende los mismos aparatos, pero que sale de un residuo que nos sobra y tiene unas emisiones netas de dióxido de carbono del 0% es infinitamente más relevante. O que lo que necesitamos en España son mecánicos que sepan de baterías de litio y dejarnos de titulitis, que ahí sí que van a tener trabajo, que las empresas están buscando perfiles que no encuentran.

También se merecen encender la caldera de caca de la vaca con el salario digno de mecánico fuera de casa de sus padres, en una casa alquilada donde ser independientes, con un alquiler razonable para ellos, no para el especulador. No sé, igual es que tengo un empacho de todo, pero lo que veo clarísimamente es una generación que es mucho más que bailes de TikTok, una generación que es nuestro futuro, y que no tiene representación.

En una sociedad tan rápida, los saltos generacionales son tan grandes, tan abismales, que cuando nos queramos dar cuenta, no nos vamos a enterar de nada.