Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


A la verbena, de taxista

22/08/2022

Esto de hoy hay que hacerlo también alguna vez en la vida. La cosa es sencilla: uno coge el coche y acerca a cuatro personas (jóvenes) a otro pueblo en el que hay verbena; lo hace porque es el padre de alguna de ellas, lógicamente (o taxista). El viaje de ida es tal que así: de repente un móvil se hace con la música del vehículo (por el Bluetooth o esas vainas) y suena la play list fiesta de alguien. Las viajeras (en esta ocasión son chicas) celebran cada tema: Morad, Bad Bunny y la sesión de Bizarrap con Quevedo («la canción del verano, fijo»). Es trap, rap y esas historias; no conocía ninguna canción pero algunas tienen su punto.

Llegamos al pueblo, sede de las mejores fiestas de la comarca. Riadas de chavales y chavalas avanzan hacia la plaza bolsa de plástico en mano con el kit completo para pasar la noche a precio cero o casi. Ni me bajo. Al irme me cruzo con un autobús rotulado con los colores y escudo de un equipo deportivo burgalés que hoy va a dejar a una alineación diferente en esta juergota. Me hace gracia. Antes de coger la carretera general veo otros dos buses entrando.

Quedo con las chicas para la recogida, pero me planto en el pueblo un ratazo antes para ver el show. Llego cuando suenan «las buenas» de la verbena: Suaves, Extremoduro, SkaP, La Fuga, Rulo... Está a reventar de chavalería. ¡Qué jóvenes me parecen todos! La orquesta está bien: dos cantantes (chicas) y un chico, luces, humo...; sí, se nota que es el top de la zona. Cuando terminan, pero un segundo después, arranca la música de la tómbola que está enfrente. La marabunta se mueve del escenario a las luces blancas cegadoras de «los monos», que tienen el volumen más alto que el de la verbena.

«Perreamos toda la noche y nos dormimo' a la die'/ Ando rezándole a Dios pa' repetirlo otra ve'», suenan Bizarrap y Quevedo jaleados por toda la plaza que ya acusa el cansancio, pero aguanta porque tiene 18. Se hace la hora, se presentan las pasajeras. Nadie conecta el Bluetooth ni abre la boca. Intento un par de preguntas y obtengo algún monosílabo, porque todo el mundo sabe que en una situación así, la mejor forma de no cagarla es estarse calladito. 

Llegamos a nuestro pueblo. A dormir, por fin. Si no fue, se lo perdió.