Salvador de Foronda

Diez Mil Preguntas

Salvador de Foronda


Agenda 2050

27/05/2021

Dicen que solo se sueña en primera persona y en presente de indicativo, y rara vez el soñador se ve en sus sueños. Es una reflexión después de leer la Agenda 2050 y escuchar el discurso del presidente del Gobierno sobre un futuro a treinta años que no le pertenece y que está plagado de sombras. Su gobierno es como un balancín, unos días cae hacia 1936 y otro hacia el 2050, pero para el 2021 y siguientes no hay Manual de resistencia, solo hay una representación circense y amenizada con pan y vino, como en la Roma clásica. ¿Qué sentido tiene dibujar una España para dentro de 30 años cuando hace solo unos días ha sido incapaz de prever las consecuencias de nuestras relaciones con Marruecos por acoger al líder del Frente Polisario? ¿De qué sirve intentar llegar al futuro con un desempleo del 7% cuando pretende cargarse la reforma laboral con propuestas involucionistas de sus socios?
Se habla de transición ecológica y de techos solares, pero no hay tejados, ni casas, ni política de viviendas sociales, ni niños para conectarse al wifi. Tenemos una agenda redactada por un vidente que sabe cómo funcionará la economía en el 2050, en un planeta globalizado y urbanizado, a pesar de encontrarse liderado por economías en vías de desarrollo e inmerso en un mundo de cambios tecnológicos, pero no es capaz de elaborar un plan de recuperación. Es una ironía proyectar el futuro cuando no se tiene asegurada una estructura política de unidad, cuestión básica empresarial, para una España sostenida por determinados grupos que buscan otro modelo de estado basado en repúblicas independientes. Por lo tanto, observó una fantasía creadora de futuro y que tiende a amortizarla con imaginación, algo sorprendente para un gobierno.
He leído las 676 páginas del manual y he decidido comenzar a desmontar mi coche diésel y pedir hora para comprarme uno eléctrico. Además, no comer tanto cordero y me haré un traje con botones que detecten la huella de carbono. Y hasta soy capaz de comprometerme a explicar a mis amigos que no se choteen de los hijos, hijas e hijes y eso que habría que reprogramarles para adaptarlos a la Ley Isabel Celaá. Y si elimina los vuelos, a cortos recorridos, e impone tasas me comprometo a ir subido en un dron. Pero explíqueme qué hay que hacer para pillar un trozo de la piñata europea y poder traer el tren Directo a Burgos.