Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


Et in Arcadia ego

12/05/2021

Por mayo era cuando, con la apretura del calor, mató el ballestero ingrato al grillo avisador, harto de malos sueños y de la ménade augur. Avió el seso el presidente, Nemrod que todo caza, que, según se viene el verano, tan callando, habíase de acabar con tanta alarma. Ándase a la espera de teutones, britanos y malos hijos de Nederlandia, capones de faltriqueras gordas a los que, lázaros que vivos os quiero, dix que conviene desplumar. 
Están las baratarias encendidas: ¿cómo es que nos dejas asín? ¿Repelo merecemos después de tanto confinar? Agua te pedimos todos. Danos el agua Señor, aunque no lo merezcamos, que si por merecer fuera, ni aun la tierra en que pisamos. No nos vengas con Justicia, que ya de antes la hemos de sufrir. Tenemos a los mozos, a los brutos y necios iracundos, prestos al desmadre, al odre y algunos a la degollina.
Posadas mandan. Donde dije ausencia quiero de malos contagios, chiringuitos estentóreos, de conill y hasta la chirla de arroces compadres. Vengan suecas, con senos de duro estaño, que andan Juanes y Manriques, entre erte e indefensivo contrato, prestos al desembozo de sus nardos y polisón.
Lloran físicos y cirujanos, enfermeras y madres pías que ven cómo goliardos de trago gallardo descienden a los nueve círculos infernales. Convertidas las Villa en Canudos, a los hijos del albedrío, la barrica y el picor, prometen fin de cualquier mando, regulación o rigor. Quienes hogaño se emboban con el desparpajo de la babilónica, antaño mataban frailes, degollaban gabachos… así corriera cariñena.
Entre tan aviesas querencias vagan dolidas, perdidas, estantiguas de muertos solos, solos idos, solos clamados, solos, a lo que se ve, por muchos olvidados. Levas inocentes, vencidas por el aire infecto, con los suyos perdidos, abrazados por mantón vacío.
En el teatro del mundo, huyó Atenea y todas las musas, mientras añojos y erales loan, en clave de birra, el ser gil, un gil, el más gil… Embabadas bubucelas anuncian los jinetes, los sellos, el fin. Se acaba el orbe conocido con los albañales a rebosar. 
¿Daremos nueva batalla? Cofrades lectores, fugados de redes y mentideros acuden a conciliábulos, se prestan tratados, recitan viejos romances con fervor. Es hora de volver a los caminos y librarlos de tanto salteador.
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