Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Escalada

09/09/2021

Tras la desescalada, vuelta a la ‘normalidad’. Se ve el final de la fase aguda de la pandemia y vuelve el tiempo de las actitudes por delante de las aptitudes. Todo pacto está llamado a ser roto, tarde o temprano. Y en Castilla y León, la sanitaria es una asignatura pendiente que el PP no va a  abordar exponiéndose a quedar confinado ‘ad eternum’ en el cuarto oscuro de la oposición. Ocurrió con la ordenación territorial y ha vuelto a ocurrir con la urgencia de racionalizar los servicios médicos en una Comunidad de población envejecida y con un hábitat de asentamientos rurales heredado de la Edad Media. El conservadurismo dirá que si en más de cuarenta años de democracia el problema no se ha resuelto no tiene por qué solventarse ahora precisamente.
El reformismo reeditado en formato de Ciudadanos asumió el reto con dos médicos (Igea y Casado) al frente. ‘Impossible Is Nothing’ se dijeron al principio. Pensaron que tendrían margen para optimizar recursos en el ámbito rural genuino de la Zamora profunda. Pero la vida es dura.  Y Aliste ha sido Wuhan. Ha pasado más veces. En los últimos doscientos años.
Así que la sorprendente coalición de Mañueco con Tudanca es un éxito de Lampedusa y un gigantesco ajuste de cuentas en la coalición. Falta saber cómo será la trama, la naturaleza del relato y los episodios de la temporada. Pero el final está cantado y nadie debe sorprenderse: vuelve la vieja política y el carpetovetónico devenir de la historia. ¿Cuál?: la fuerza de los alcaldes. Esos son los que mandan de verdad y a ellos hay que mirar si queremos encontrar explicaciones a tan singular comienzo de curso en nuestra, por lo demás, aburrida política regional. Que va a dejar de serlo un tiempo, según parece.