Desde hace unas semanas escucho un anuncio en la radio que viene a decir que en nuestro país hay varios millones de personas que todos los días se desayunan con una ración de ansiolítico para poder afrontar el resto de la jornada. El anuncio acaba con un apocalíptico 'empastillados' para tratar de captar clientes para su producto que no es otro que una plataforma de relatos. O eso me parece a mí.

Lo cierto es que me impresiona la cantidad de gente que hay con problemas emocionales, lo que me trae a la cabeza un comentario de una amiga que trabajaba en el ámbito sanitario, que decía que los tranquilizantes deberían venir incorporados al agua del grifo. No quiero ni pensar lo que tendría que ver en su trabajo para llegar a esa conclusión.

Pero no conviene afligirse demasiado ni recurrir con tanta soltura a la pastilla de turno, ya que la ministra de Transportes acaba de decir que en el 2023 los ciudadanos podremos ejercer la movilidad como un derecho y que «todo el mundo, con independencia de donde resida, pueda tener respuesta a sus necesidades de movilidad». 

Con esta declaración tan contundente, los burgaleses no debemos de sentir ninguna zozobra y dejar atrás definitivamente nuestras inseguridades y miedos, porque la enorme lista de incumplimientos del Estado en las infraestructuras que nos afectan más directamente pasará a la historia, junto con la memoria de nuestro ínclito presidente del Gobierno.

Ya sé que debería ser menos crédulo con las afirmaciones de los políticos, pero al fin y al cabo estamos en los primerísimos días del año y hay que dar una oportunidad a la candidez antes de que vuelva inexorablemente a la memoria esa bateadora que alguien dejó en ese túnel hace un montón de años, sin que el ministerio de la cosa haya encontrado el modo de sacarla.

Somos capaces de la fusión nuclear limpia pero no hay tecnología suficiente para desatascar un túnel. Podríamos preguntar a los que hicieron el del Canal de la Mancha cómo se las arreglaron, aunque puedo imaginar que la respuesta tiene más que ver con la verdadera voluntad de hacer las cosas y menos con excusas cuando no se quiere hacerlas.

Quizás haya que tomarse una pastilla y dejar correr el asunto un año más.