El mercado invernal para el fútbol es lo equivalente a las compras del día antes de Navidad. Para algunos un momento de urgencia y para otros un mal evitable. En resumen, un mes para solventar los problemas de una temporada.

La Arandina afronta los últimos días de la ventana de traspasos con total tranquilidad. Sin urgencia alguna y con la prioridad de mantener a los 21 futbolistas que arrancaron la temporada en septiembre. Una circunstancia que adquiere valor doble si se observan tanto los resultados del equipo, como si se echa un vistazo al resto del grupo. Cuando la entidad ribereña apostó por un bloque continuista, ya demostró la enorme fe por este grupo de futbolistas. Una acción que cada vez es más inusual en el fútbol modesto por las urgencias de escalar categorías de la forma más inmediata posible. Ahora bien, el mercado de invierno en este Grupo VIII no ha hecho prisioneros. 39 movimientos en el mes de enero. 59 movimientos desde que empezó la liga (el mercado en Tercera no cierra en septiembre). Personalmente, son números que asustan. Y en la mayoría de casos, son una mera reconstrucción de aquello que no se hizo bien en verano. Con alzar la vista a equipos como Real Ávila o Salamanca, uno se da cuenta del valor de no llevar asignaturas pendientes. Ambos conjuntos suman tres y cuatro incorporaciones respectivamente, con la previsión de tener más movimientos antes del 31 de enero.

Supongo que no hay nada como un enero tranquilo en las oficinas. Un mes en el que el único propósito y objetivo reside en lo meramente deportivo. En aquello que sucede únicamente sobre el césped. Con un ojo puesto en mantener la tripulación del barco, pero focalizados en hacer del título liguero una realidad. Un equipo sin urgencias en invierno, siempre será sinónimo de tener los deberes hechos.