Avanza imperturbable 2021 y, con los recuerdos aún recientes del calor veraniego, va pasando a buen ritmo también un otoño afortunadamente sosegado y con apariencia de normalidad. De hecho, estrenamos en esta estación, después de mucho tiempo, aforo completo en salas de teatros y cines, lo cual es muy de celebrar. Tanto o más que la apertura del ocio nocturno o el regreso de las fiestas. Pero no veremos concentraciones de masas de gente demostrando a todo el mundo su inmensa alegría por este avance tan esperado y deseado. Ni falta que hace. Lo manifestaremos llenando las salas en cada una de las sesiones.

Con los días acortándose a toda velocidad y las temperaturas bajando a los niveles normales de esta época en estas latitudes, apetece disfrutar de la cultura, distracción y entretenimiento; y más después de un período tan largo de limitaciones y restricciones, unas veces impuestas y otras aplicadas por uno mismo por precaución.

También vuelve la normalidad al deporte. Por fin se puede ir a estadios o polideportivos a ver partidos o practicar tu modalidad favorita, solos o con amigos, sin tantos límites, en gimnasios o al aire libre. Bueno, la piscina municipal cubierta de Aranda de Duero se mantendrá cerrada posiblemente hasta 2023, aunque nadie quiere decirlo abiertamente. Aquí no ha tenido nada que ver el coronavirus; ha sido más bien falta de previsión, por no decir desidia.

En nuestras ciudades y pueblos se va recuperando el turismo. Mejoran las ocupaciones de los alojamientos, las reservas en restaurantes y las visitas a bodegas, incluso con enoturistas procedentes de otros países. Alegra ver a los guías locales rodeados de grupitos de personas atentos a sus explicaciones.

Sí, este otoño de 2021 parece bastante normal. Aunque estamos ya tan escamados, que vamos asumiendo esa normalidad poquito a poco, de forma sosegada. No sea que.