Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Amplitud térmica

18/10/2021

El jueves pasado el tipo de El Tiempo de La 1 dijo que la temperatura mínima ese día en Burgos había sido de 3 grados bajo cero y la máxima de 23. A la diferencia entre una y otra, ¡27 grados!, la llamó «amplitud térmica» y fue, con mucho, la más alta de España y puede que del mundo, creo yo. Amplitud térmica es un eufemismo para denominar a la guerra total contra la vida que sufrimos en esta ciudad en los breves otoños y primaveras. Podría pensarse que lo peor del clima aquí es el implacable general invierno pero, amigo, el enemigo oculto es la amplitud térmica.

En semejantes condiciones es un verdadero milagro que existan por los alrededores formas de vida más allá de líquenes y bacterias; resulta prodigioso que haya plantas más altas que un matojo y animales superiores a un escarabajo. Eso por no hablar de los efectos en los seres humanos. Mucho se dice sobre la capacidad de la tramontana o el siroco para hacer enloquecer a una persona, pero ¿acaso es posible estar cuerdo mientras tus huesos, músculos y vísceras (incluido el cerebro) se contraen y expanden, congelan y asan en el mismo día?

El jueves de autos, yo mismo comencé la jornada rascando por primera vez el hielo del parabrisas de mi coche, que durmió en la calle. No me esperaba tal hostilidad y no tenía nada para esa tarea, así que le di con la tarjeta de la biblioteca y me congelé las manos. A mediodía volví a casa caminando, con el sol de cara, y pude sentir como mi camiseta y mis axilas intimaban en un sueño húmedo, permítaseme la expresión.

Al llegar, coincidí en el ascensor con un hombre que combinaba en su atuendo abrigo invernal con sandalias, como un guiri loco, en una prueba irrefutable de que «la amplitud» no contribuye a la salud mental. Lo lógico, puestos a escoger indumentaria exótica, es asegurarse los pies calientes, siempre.

Lo bueno es que, como es sabido, otoño y primavera son cortos por estas tierras. Si algún año, este por ejemplo, se prolonga algo más de lo habitual, tal vez el Gobierno deba declararnos zona catastrófica o tengamos que considerar seriamente vestirnos como tuaregs, los señores del desierto, el otro lugar donde ocurre esto. El azul, creo, me sentaría bien. Salud y alegría.

ARCHIVADO EN: Burgos, España