Los que somos de Gamonal venimos al mundo con un extraño sentimiento de orgullo, un sentido de pertenencia que hace que cada vez que salimos de la provincia tengamos que presumir, además de ser de Burgos, de ser del barrio de Gamonal.

Se ha hablado tanto de nuestro traje regional que los vecinos de otras provincias se han terminado creyendo que siempre vestimos de chándal, del rastro o del Alcampo. Este era, hasta hace poco más de seis años, el primer comentario que escuchábamos cuando mencionábamos el nombre de nuestro barrio. Esas tres rayas blancas que en los eventos importantes decoran el lateral de nuestros pantalones han sido quemadas, en varias ocasiones, por un grupito de chavales que no tienen ni orgullo, ni conciencia, ni razón. En apenas unos años hemos pasado del «¿ahí vais en chándal, no?» al «¿tú quemas contenedores?». ¿Y qué les dices? Pues que no, que no quemo contenedores y que mis vecinos tampoco, que los que somos de aquí, los que de verdad somos de Gamonal, amamos tanto a nuestro barrio que nunca se nos ocurriría hacerle daño.

Imágenes como las que inundaron nuestros móviles la noche del viernes contribuyen a crear una imagen falsa de una zona pacífica, acogedora y humilde. Esas imágenes que aquella noche nos pusieron los pelos de punta no estaban protagonizadas por nuestros vecinos. Eran chavales enfadados que no entienden ni de política ni de la vida. Chavales rabiosos que destrozan mobiliario y se enfrentan a la autoridad porque dicen que les han robado la libertad. Pues que tengan por seguro que ni ellos ni ninguno nos van a quitar jamás el orgullo de ser de Gamonal.