Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


Antonio José, 1902-1936

13/10/2021

Cada 9 de octubre, el sentido homenaje que hace la Peña Antonio José al músico asesinado en 1936, me provoca tristeza y desazón. No es por el acto en sí, sino por el regateo a la memoria que supone el espacio ante el que se hace: un amasijo de tubos y planchas inexpresivas que recibe el críptico nombre de heptacordo. A sus pies, una pequeña plancha con un impreciso perfil de Antonio José incluye su nombre y las fechas 1902-2002. No aparece el año de su muerte ni las razones de esta.

A buen seguro, por el momento en que fue erigido este homenaje -2002, año del centenario de su nacimiento-, no hubo intención de ocultación del luctuoso asesinato. Sin embargo, el resultado, paradójicamente, afirma las políticas de olvido franquistas, aquellas que pretendieron expulsar a todos los represaliados del sentido de historia colectiva española.

Antonio José fue asesinado, pásmense, por convertir el Orfeón burgalés en una maravillosa ilusión popular, un coro de altísima y admirada calidad musical. Nada tuvo que ver no sé qué artículo -inexistente- denunciando a un cura abusador, ni envidias de otros músicos. Ninguna historia rigurosa, científica, puede asumir tales explicaciones. Fue su pertenencia a la tertulia de El Ciprés, su proximidad a los quehaceres e impulsos del Ateneo Popular, a los esfuerzos educativos de las Misiones Pedagógicas, su compromiso con los humildes, esto es, a los vientos de cambio y modernización de la Generación de la República o del 27, lo que le convirtió en enemigo. Su gran delito: haber impulsado una escuela de música y canto que llegó a ser calificada -con intención- de orfeón obrero. La represión de los sublevados, pronto franquista, buscaba una limpieza ideológica, el exterminio de quienes no fueran parte del conservadurismo nacionalcatólico. Antonio José, un hombre plenamente bueno, no podía comprender esta saña, como muestran sus desconsoladas cartas.

La memoria democrática exige el rescate de los represaliados, de tantas personas comprometidas con su tiempo cruelmente perseguidas y asesinadas. Por eso son necesarias hoy las leyes de memoria. Además de programar y recuperar su obra, Antonio José y otros como él merecen estatuas que les recuerden, esculturas con su verdadero rostro y aspecto que hagan pedagogía urbana y trasladen a la población la gran pérdida de sus vidas. En Burgos, lamentablemente, la memoria de Antonio José se sigue perdiendo entre unos incomprensibles tubos. 

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ARCHIVADO EN: Burgos, Escuela de Música