Carmen Hernando

Desde la campiña

Carmen Hernando


Fuerza de voluntad

30/10/2020

Nos estamos haciendo cada día más cómodos. Queremos que nos den todo hecho, triturado, masticado. Así que en los últimos años han surgido todo tipo de profesionales que nos dicen lo que tenemos que hacer, cómo lo tenemos que hacer y cuándo es el momento de ponerse a ello. 
Entrenadores personales, nutricionistas, personal shoppers que nos indican qué nos conviene comer, el ejercicio que debemos hacer, la ropa que mejor nos queda: algunos han existido siempre, con el objetivo de mejorar nuestra imagen y sentirnos mejor, pero ahora están de moda. ¿Pero por qué recurrimos a ellos? Es cierto que en este mundo de prisas casi nadie tiene tiempo para informarse de forma exhaustiva sobre los beneficios de ciertas comidas o de un ejercicio concreto, pero me temo que, en ocasiones, una de las principales motivaciones que nos llevan a contratar los servicios de estos especialistas es para sentirnos obligados a hacer aquello que nos prescriban. 
Todos sabemos que una manzana es más sana que un pastel, pero si pagamos a alguien para que nos lo diga, nos costará más no optar por la fruta. Ahora bien, igual que estar apuntado a un gimnasio no adelgaza de por sí, por mucho que nos gustase que así fuera, contratar a estos expertos no es sinónimo de obtener resultados. Para cualquier cosa que nos propongamos necesitaremos lo fundamental: fuerza de voluntad a mansalva. Y luego sí, busquemos toda la ayuda que necesitemos, pero tengamos claro que nadie va a suplir esa motivación que nos falta. La tendremos que buscar dentro de nosotros mismos, y trabajarla. Sí, trabajarla, porque será difícil que vayamos al gimnasio si no lo hemos planificado con antelación y nos hemos organizado para dejar ese hueco libre en nuestra apretada agenda. Como será casi imposible comer sano si no hemos dedicado media hora a diseñar nuestro menú semanal y detallar la correspondiente lista de la compra, además de reservarnos el tiempo necesario a principios de semana para adquirir los productos que vayamos a necesitar.
La fuerza de voluntad no se tiene o se deja de tener. Se cultiva, se ejercita y se desarrolla.