Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Hechos cuánticos

25/10/2020

«Repita usted esto hasta que sea verdad» y como si fuera un mantra, la sociedad se va preñando de esta estrategia que va calando en muchos ambientes haciéndonos creer que los hechos no existen, que cada uno viaja con su propia verdad, con su propia creencia, que como es suya es incontestable, infalible, y cuanto más se repita algo, por disparatado que sea, puede acabar siendo considerado como cierto. En última instancia, el relato viene a decirnos que buscando entre las cosas lo que las cosas no pueden dar. 
Perder el juicio está de moda, negar lo que se ve retorciendo la realidad para adecuarla a determinados intereses se ha convertido en una práctica extendida a la hora de justificar cualquier cosa, de defender lo indefendible. Una sentencia judicial se puede leer del derecho o del revés y, según como se lea, condena o justifica, y esto que antes no pasaba empieza a convertirse en normal.
Tenemos ejemplos de políticos malparados judicialmente que celebran las sentencias como si recibieran un premio, políticos que denuncian las medidas sanitarias anti-covid amparándose en su mejor criterio, ciudadanos que reniegan de vacunas como si fueran venenos, y militantes de partidos que violentan las realidades humanas a situaciones de confrontación y miedo. Antes existían los hechos. Habrá que preguntarse qué son ahora los hechos: pues son lo que sucede aunque algunos muten con ellos. 
Es falso que los ciudadanos de a pie no sepamos de física cuántica, y lo es porque somos capaces de crear realidades paralelas en las que algo puede ser lo que es y su contrario, justo lo que la física cuántica explica, y aunque la mayoría entendemos con dificultad lo que esto significa otros han encontrado ahí el filón para decirnos que las cosas son y no son, parecen algo pero son lo contrario de lo que parecen. 
Les pido disculpas por tanto galimatías, pero en esta ceremonia de la confusión hay que buscar algún rayo de claridad que nos ayude a distinguir la oscuridad de la luz. 
Ortega definía la claridad como el dominio suficiente de la conciencia sobre las imágenes, y vivimos rodeados de artificieros del lavado de imagen, maquilladores, difamadores, lenguaraces o simplemente mentirosos compulsivos que sobreviven en el fango. 
Pero no todo es fango, hay hechos y claridad para quien quiera verlo.