Carla Martín

Plaza Mayor

Carla Martín


Patinaje sobre hielo

18/01/2021

Nunca me ha gustado patinar sobre hielo. No debo andar muy bien de reflejos ni de equilibrio y haga lo que haga, patine como patine, siempre termino en el suelo. Este inmenso temor a caerme, a hacerme daño, debe ser el culpable de que no me guste la nieve. Me gusta verla, fotografiarla, pero no caminar sobre ella. Porque me caigo. Es así y es algo inevitable. Ha vuelto a ocurrir.
Nuestra amiga Filomena, además de un frío que no recuerdo haber sufrido en muchos años, nos dejó hace unos días una preciosa y resbaladiza capa de nieve que los 800 grados bajo cero que ha estado registrando el aeródromo de Villafría terminaron convirtiendo en hielo. En una pista de hielo.
Desde el calor de mi salón veía en la televisión imágenes de la gran nevada que había dejado el temporal a su paso por la catastrófica o catastrofista capital madrileña. No me podía creer que un fenómeno meteorológico previsto días atrás hubiera colapsado el centro del país.
Me llamaron mucho la atención las multitudinarias guerras de nieve en pleno Callao, los esquiadores de Gran Vía y lo alarmistas y exagerados que, con razón o sin ella, parecían los capitalinos. Pero me chocó sobre todo la cantidad de gente que salía a la calle con bastones de montaña. Y me reí, la verdad. Mucho. Y el karma me lo devolvió. Llevaba días quejándome del estado de las aceras, de lo resbaladizas y peligrosas que parecían desde la ventana, de que no se limpiaran. Días sin salir, hasta que lo hice y me caí.
Las Urgencias del HUBU han estado atendiendo una decena de traumatismos diarios provocados por el hielo que no han quitado. Niños, jóvenes y mayores que se han caído y, lejos de hacer gracia, se les ha fastidiado la semana.