Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Ideas de bombero

12/04/2021

Con ese arrojo consustancial a la juventud, uno se afanó durante todo su bachiller en comprender el cálculo integral, y las magnitudes de onda, y los números de oxidación de los metales, hasta que una profesora, bendita sea su memoria, le hizo cobrar un aborrecimiento tal a la asignatura de Química que consiguió, a base de suspensos, que desistiese en el último momento de su insensata determinación de convertirse en el peor ingeniero del mundo. Desechada aquella ridícula inclinación científica suya, uno se adentró a cambio por los inciertos pero menos capciosos senderos del periodismo, oficio que, si bien le ha procurado honra precaria y provecho escaso, al menos le ha permitido vivir hasta ahora sin más estrecheces que las propias de los tiempos.
Un sentimiento menos placentero de vocación frustrada han de abrigar sin duda los 172 aspirantes a ocupar una plaza de bombero en nuestro suelo bendito, casi el 90 por ciento de los concurrentes a las pruebas de selección convocadas al efecto, que fueron eliminados a las primeras de cambio por no ser capaces de salvar el escollo inicial, un cuestionario sobre legislación vigente que, a la vista de los resultados, era más difícil que escaparse de Soto del Real. Resulta arriesgado conjeturar cuántos de los veintidós supervivientes superarán el segundo reto de la oposición, que versará sobre materias como la aritmética y la geografía, pero no parece imposible que la ciudad se quede sin candidatos a bombero antes de que los opositores sean llamados a acreditar su resistencia física, su destreza a la hora de trepar por la autoescala y, en fin, su competencia para apagar fuegos.
Quienes sin duda se solidarizarán con los aspirantes descalificados absurdamente en el comienzo mismo de la oposición son todos esos ciudadanos que, tras someterse a la primera dosis de AstraZeneka, han visto con estupor cómo se suspende la inmunización con el fármaco de marras, y que todavía desconocen si se les dará por bien vacunados, se les inyectará finalmente otra ración de la misma botica o habrán de volver al punto de partida y probar los efectos de productos de otras marcas comerciales. A uno, todas estas le van pareciendo ideas de bombero, aunque al final le echemos la culpa a la puñetera química, que, la verdad sea dicha, no para de darnos disgustos.

ARCHIVADO EN: Periodismo, Suelo, Física