En la primera parte de este recorrido por mi memoria intenté plasmar la importancia que tuvo en nuestra sociedad un medio de comunicación tan especial como la radio. Y me había quedado en la llegada de la Transición y el cambio que se produjo en las emisoras españolas. Finalizada la censura informativa llegó la libertad, y no podemos olvidar que esta siempre ha sido hermana de la crítica. En aquel confuso momento apareció en el panorama radiofónico una nueva cadena: Antena 3. En tiempos dorados para el gobierno socialista, la nueva emisora, portavoz de una parte de la sociedad descontenta, desembarcó en el mundo de las ondas con toda la pólvora preparada. 

Por las mañanas, un tal Antonio Herrero fundía los micrófonos con críticas descarnadas y directas a los dirigentes del momento. A él se unieron Federico Jiménez Losantos, Luis Herrero, Santiago Amón, Santiago Carrillo, Pedro J. Ramírez… No hay tregua. Al otro lado, el grupo Prisa, afín al poder y con el periódico El País como mascarón de proa, contraataca con la Cadena Ser y otros líderes de la comunicación que con Juan Luis Cebrián, Iñaki Gabilondo o Javier González Ferrari plantan cara a los recién llegados al mundo de la comunicación. Los españoles amanecen con un escenario apasionante del que no podemos dejar aparte a un Luis del Olmo y una Encarna Sánchez con muchos seguidores. 

Y por las noches, José María García no dejaba títere con cabeza en el mundo del deporte como líder absoluto hasta que, unos años después, llegó José Ramón de la Morena y comenzó una guerra brutal en la que valía todo. Aparecía así un increíble zaping radiofónico que tuvo a todos los aficionados del deporte en vela.

Con este paisaje de palabras e ideas encontradas, aquel joven que empezaba a descubrir los diferentes sabores que nos puede proporcionar la vida, huía del tedio refugiándose en unos grandes cascos en los que encontraba, evitando el tedioso espectáculo que ofrecía la televisión, la salida de aburridos laberintos.