Mi admirado Óscar Esquivias acaba de publicar un precioso artículo en la web de Archiletras. Es el inicio de una serie sobre paisajes literarios y, como buen burgalés, ha empezado por las tierras que recorre el Cantar de Mio Cid.

Recuerda que, más allá de la apropiación franquista del personaje como supuesto ejemplo de los valores tradicionales, de la españolía de la España nacional o de la cruzada católica, «a veces se nos olvida que, en su momento, Rodrigo Díaz de Vivar fue también un emblema del republicanismo español». Cita a María Teresa León, a Antonio Machado o a Claudio Sánchez Albornoz como algunos de los autores que ensalzaron al soldado, al mercenario o al héroe (dependiendo del punto de vista) como la encarnación de un espíritu democrático e igualitario, de un hombre libre en un mundo feudal.

Todo esto debería servir para quitar complejos, para apartar batallas modernas de la figura de un señor que vivió hace mil años y para prescindir de las gafas ideológicas con las que algunos todavía lo contemplan. Porque el Campeador sigue sin que su ciudad le dedique un mínimo recurso turístico y eso solo puede tener dos explicaciones: incapacidad o sectarismo.

Incapacidad la de quienes han gobernado durante años y no se les ocurrió habilitar un pequeño museo, un centro de interpretación cidiano, un 'algo' que permita a los turistas hacerse algo más que dos fotos en la estatua junto al puente de San Pablo y ante la tumba de la Catedral.  Y sectarismo la de quienes consideran al Cid algo «casposo». Así lo creían en el mandato pasado varios concejales de la oposición que ahora están en el Gobierno y que contribuyeron decisivamente a dejar caer el Centro Cidiano proyectado en la calle Fernán González.

Aquello murió, con la cooperación necesaria de Patrimonio de la Junta, y no hubo alternativa por mucho que se hablase del arco de Santa María o hasta del antiguo pueblo de Gamonal. El Cid sigue sin centro ni nada que se lo parezca. Eso no tiene solución a corto plazo, pero sepamos al menos que antes que franquista fue republicano, o mejor dicho que no es ninguna de las dos cosas porque se trata simplemente de una figura medieval con indudable interés histórico y gran potencial turístico.