Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Los niños van en serio

12/04/2021

En este año largo que llevamos de pandemia, uno no para de ver en los informativos a personas opinando o contando su experiencia por mínima que sea, pero rara vez se escuchan las voces de los niños y las niñas en referencia a este asunto. En eso la crisis del covid no ha cambiado en nada la realidad anterior; los niños hace tiempo que son invisibles, y mudos, en esta sociedad.
Para empezar, son pocos y cada vez menos, y eso cuenta. Sirva como dato que en Madrid hay censados más perros y gatos que menores de 10 años. El ejemplo no es casual porque, en cierto modo, hoy se trata a mascotas y niños de una manera muy similar. Y los niños no han salido ganando.
En un mundo utilitarista y miedoso, en el que solo cuenta lo que sirve para algo y donde cualquier cosa incontrolable causa terror, se hiperprotege a los pequeños mientras se los adiestra para que se conviertan en adultos funcionales. La infancia se convierte en un medio para lograr hombres y mujeres adaptados, cuando en realidad debería ser un fin en sí misma.
Si aún lo recuerda, cuando uno es un niño cree que la infancia durará para siempre: si está en tercero, no puede imaginar cuándo llegará a sexto; una sola tarde en el parque daría para una serie de ocho temporadas. Y en esos momentos solo importa el presente, el instante preciso que está sucediendo, todo lo demás no existe. 
Si se tienen hijos pequeños, se puede revivir este vitalismo extremo en los actos más pequeños. Cuando un chaval o una chica están a punto de dar la primera patada a un balón para comenzar un partido, o cuando apuran la zancada para alcanzar a alguien en una persecución lúdica, están poniendo en ello toda su vida. En esos acontecimientos, nimios en apariencia, se concentra todo el afán de sentir, gozar o experimentar, que es la esencia misma del ser humano. Y se hace con una concentración y rigor que ya los quisiera uno en la edad adulta para afrontar los retos diarios.
Los mayores juzgan, razonan, hablan y creen que con eso se arregla todo, pero con esa estrategia se dispersan, dan vueltas a tonterías y están renunciando a disfrutar la vida a lo grande. Friedrich Nietzsche afirmaba que «la madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño», porque pocos momentos juntan más verdad que ese. Dicho queda y que cada uno que opine lo que quiera. Yo lo dejo aquí, me voy a echar un partido. Las reglas son claras: el que mete se pone de portero y no vale tirar muy fuerte. Lo importante es lo importante. Salud y alegría.