Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Café, bares, cultura

22/02/2023

En la década de los años 20 del pasado siglo, las obras del ferrocarril Santander-Mediterráneo supusieron un empuje notable para el empleo y la actividad económica de la ciudad. Contaba el escritor Grandmontagne cómo, en ese contexto, ingenieros ingleses desplazados para la ejecución del proyecto (Los ingleses en Castilla) se reunían en animadas tertulias en el Hotel París que existía entonces en el comienzo de la calle Vitoria y, al contarlo, contraponía su expresividad con la gravedad del carácter castellano. Sin embargo, a los variados tipos de tabernas, bares, cafés y salones, aunque hubiera castellanos que acudieran para beberse la soledad, muchos acudían sobre todo para beberse y disfrutar de la conversación y de la compañía. En ese período, la sociedad local también tenía sus tertulias en cafés y salones 'distinguidos' como los del Salón de Recreo o del Casino. E igualmente, las había de otro tipo en cafés, como la tertulia del Ciprés, cada jueves en el Café Candelas, en el Espolón, y a la que acudía un colectivo que se dedicaba a muy diversas actividades (Ontañón, Antonio José, Maese Calvo…) para debatir sobre cuestiones culturales y del momento burgalés con asistencia, en ocasiones, de otros personajes (Pidal o Gómez de la Serna…) que por la ciudad paraban por el motivo que fuera.

Gómez de la Serna había fundado la tertulia del café en la España del XX al crear en 1915 esa reunión sabatina en el madrileño Café Pombo, presidida desde 1920 por el hermoso cuadro de Gutiérrez Solana. Luego escribió como allí se fraguó un tiempo de convivencia bohemia y literaria, una temporada de oasis frente a un mundo que se bombardeaba. Tiempo en el que en los cafés y en los bares nació mucho de la cultura moderna, igual que pasa hoy e igual que pasó mucho antes en las tabernas. Su relación con lo literario y cinematográfico es profunda y extensa. La pintura cafetera aparece ya en el XVIII y es un tema con peso hasta la actualidad. Y qué decir de su relación con la música y de qué sería del jazz sin la existencia de bares y tabernas. Y de cuánto le faltaría a la literatura. En los cantos medievales Carmina Burana, en la taberna el tiempo se detiene y allí todo empuja a atrapar cuanto la vida propone de gozoso dada lo caprichosa que puede resultar la fortuna. Por qué íbamos a dejar de atrapar allí cuanto de convivencia, arte y cultura se puede generar y existir cada día.