Una de las preguntas más difíciles de responder, al menos de dar una respuesta que afecte a una mayoría, sería: «¿Cómo ‘te haces’ de un equipo?». Lo más lógico es, recurriendo al refranero, que allá donde naces terminas paciendo, o sea, vistiendo los colores del equipo de tu pueblo, tu ciudad, tu región. La tierra es el primer condicionante, sin duda, y así debería serlo siempre. Luego eliges Madrid o Barça si te apetece, pero primero debes militar en casa.  
Pero, una vez superamos la pertenencia por proximidad y paisanaje y replanteamos la pregunta, se nos queda un páramo  de «no-lo-sé» y un millón de respuestas personales e intransferibles. Aveces es un detalle en un partido, una camiseta que te regaló tu padrino, un título, un cántico, un jugador carismático, un libro, la reacción (elegir el equipo contrario) a lo establecido... Pocas veces, sorprendentemente pocas, es el fútbol. «Me hice del ‘equis’ por el juego que practicaban». Es extraño encontrarte este último supuesto, por mucho que pensemos que la España más moderna está trufada de gente que se ‘hizo’ madridista por la ‘Quinta del Buitre’ o los ‘Galácticos’, o barcelonista por la era de Cruyff o la de Messi más Xavi e Iniesta. Verles jugar fue divertido, pero ‘hacerte’ de un equipo va más allá del juego. 
Toda esta reflexión afecta al proceso que está viviendo nuestra Liga, reaccionaria como nunca:cerrándose al gol, prepondernado el «no encajar» al «marcar» mientras el resto de grandes Ligas se abren hacia un fútbol más abierto y espectacular. Es decir: ¿Quién puede ‘hacerse’ del Atlético de Madrid si no lo es ya? ¿Quién de este Sevilla? Ojo, no digo que no tengan mérito ni que sea maravilloso lo que logran, sino que será difícil que este método capte adeptos más allá de la masa social que ya tienen.