Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Ramón y las redes

22/05/2023

Acaso para dar curso al insólito fervor por la cultura que ha brotado en los últimos días entre los principales candidatos a gobernar nuestro suelo bendito, este periódico nos ponía ayer al tanto de que se han cumplido 90 años de la memorable charla que pronunció en el Teatro Principal el escritor vanguardista Ramón Gómez de la Serna, quien en abril de 1933 ofreció una surrealista disertación sobre los rasgos de identidad y la condición circense de los elefantes que ha pasado a la historia de esta ciudad.

A Gómez de la Serna se le recuerda hoy, fundamentalmente, por un original artefacto literario de su invención, la greguería, que se decanta en chispazos llenos de humor, ingenio y lirismo que nos ofrecen nuevos ángulos desde los que observar nuestra realidad cotidiana. La brevedad que singulariza a las greguerías ramonianas ha movido a muchos comentaristas, quizá de forma algo irreflexiva, a considerar al escritor madrileño el adelantado de la forma de comunicación que hoy reina en Twitter, pero uno no está nada seguro, la verdad, de que el viejo literato se sintiese cómodo en nuestra era digital, con unas redes sociales plagadas de mercenarios, transmisores de odio y fabricantes de noticias falsas y en la que no ha quedado rastro de «ese choque casual entre el pensamiento y la realidad» del que hablaba don Ramón.

Las redes, y singularmente Twitter, se han convertido además en el campo de batalla donde se dirimen las modernas campañas electorales, pero lo cierto es que los partidos han preferido usarlas como una herramienta de propaganda sin ninguna exigencia intelectual y no como una vía para exponer y confrontar ideas y propuestas. La candidata del PP, Cristina Ayala, hace caso de las órdenes de Madrid y publica en la red del pájaro azul que el PSOE ha convertido Burgos en una sucursal del sanchismo, sin que sepamos a ciencia cierta a qué demonios se refiere; y el socialista Daniel de la Rosa sostiene airado que el proyecto conservador es un insulto a la inteligencia de los burgaleses, sin dar más pistas de su supuesta indignación. Uno, desde luego, prefiere leer a Gómez de la Serna, que es igual de sucinto pero que tiene bastante más gracia y con el que siempre aprende algo.