Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Ruleta rusa

05/07/2021

Ya tenemos otra vez la camiseta lavada y bien planchadita para sentarnos mañana delante de la tele a sufrir como penitentes con la España de nuestras entretelas, que se juega el pase a la final de la Eurocopa contra la imponente Italia. El fútbol es una pasión masoquista, y por eso los aficionados no vemos la hora de que comience ese bendito partido que nos hará pasar las de Caín durante un par de horas. Ya padecimos lo nuestro contra los croatas, que nos obligaron a jugar treinta minutos con el corazón en la boca cuando ya paladeábamos una victoria apacible a pesar del despiste de Unai Simón, y nos quedamos sin uñas en los penaltis contra Suiza, en los que el portero vasco nos llevó a las semifinales en una suerte que los periodistas más previsibles llaman «lotería» y los más hiperbólicos, «ruleta rusa».

La expresión de marras, que alude a un pavoroso pasatiempo en el que el jugador al que le corresponde el turno coloca una o varias balas dentro de un revólver, hace girar el tambor, se pone el cañón en la sien y aprieta el gatillo a ver qué pasa, ha hecho fortuna estos últimos días en los medios nacionales no solo gracias a Oyarzábal y compañía, sino también a propósito del brote de coronavirus provocado por los miles de jóvenes que han regresado este verano a Mallorca para correrla a modo con motivo de su graduación como bachilleres. Los organizadores de tan temerarias vacaciones, los padres que las consintieron, los muchachos (al cabo, mayores de edad en su mayoría) que hicieron oídos sordos a las advertencias de algunos «aguafiestas», todos son ahora señalados por las consecuencias de una celebración tumultuosa en la que se ignoraron las medidas precautorias más básicas.

Lo más descorazonador del asunto es comprobar cómo en unos pocos días se ha malbaratado todo el buen trabajo llevado a cabo en los institutos a lo largo de este curso tan expuesto, y también constatar que las vacunas y el descenso de los contagios en los últimos meses han dado pie a muchos a creer que la vieja normalidad había regresado con todos sus privilegios. Con lo bien que se está en casita viendo el España-Italia, que a uno se le antoja la forma más extraordinaria de pasarlo horrible.