Héctor Jiménez

Plaza Mayor

Héctor Jiménez


La piscina que hace aguas

13/06/2022

Al Ayuntamiento le ha costado un mundo reconocer lo que era evidente. La piscina familiar de El Plantío no estará lista para este verano porque, oh sorpresa, las obras no acabarán a tiempo. Total, después de 20 años bañándose en agua helada no habrá mucha gente que la eche de menos. Las instalaciones que se abren esta semana se quedarán temporalmente sin la que el propio alcalde definió como «joya de la corona» de las dotaciones acuáticas públicas, que sin embargo se había convertido una gigantesca vía de agua que no anda lejos del atentado medioambiental.

El que suscribe publicó hace años que la piscina perdía un millón de litros diarios, y esa ingente cantidad era la causante de una temperatura polar que hacía sumamente desagradable el baño. Algunos nunca se creyeron el dato, por tratarse de una cifra ciertamente enorme, pero nunca han ofrecido otro diferente. Y aquí estamos, por fin, arreglando una vergüenza pero llegando muy tarde.

Tiene razón el regidor cuando dice que vale, que ellos han estropeado un verano pero que el bipartito está acometiendo lo que ninguna otra corporación anterior quiso o supo hacer. Es verdad. Lo increíble es que durante tantos mandatos primero, y a lo largo del actual después, el arreglo de este 'Expediente X' no haya sido prioridad absoluta.

En el momento de su inauguración las piscinas de El Plantío fueron un merecido motivo de orgullo. Pegadas a la privilegiada Ciudad Deportiva Militar, se convirtieron en una dignísima instalación pública a la que se podía acceder sin ser socio, heredero, amigo o enchufado. Con el paso del tiempo, sin embargo, el mantenimiento de uno y otro recinto no ha sido ni mucho menos el mismo.

Los servicios públicos no están para ganar dinero, eso por descontado, pero tampoco para convertirse en sumideros que le cuesten al contribuyente cada vez más por una falta de cuidado y de verdadera gestión. Nunca sabremos cuántas miles de entradas se han perdido en El Plantío por bañistas huyendo de las gélidas aguas de su vaso familiar, convertido en el símbolo de que, cuando lo público se abandona, solo un gran desembolso y muchos años de paciencia son capaces de revertir su deterioro.