¡Cómo pasa el tiempo! ¿Cómo pasa el tiempo? Tempus fugit. Como pasa el tiempo, y no vuelve, pues habrá que aprovecharlo a la primera. Pero no quiero hoy hacer loas al carpe diem, sino presentarles algunos de los efectos cotidianos que el cambio de almanaque suele acarrear si ya se han superado los 50 tacos. Les diré que a mí esto no me ha ocurrido nunca, que me lo ha contado un amigo, que suele rematar los despistes con alguna palabra esdrújula, algún repaso al santoral y, finalmente, una persistente sonrisa.

Seguro que a muchos de ustedes les ha pasado que han puesto a cargar el móvil y horas después ven que la batería está igual de vacía porque no dieron el interruptor de la regleta. O se han peinado y repeinado, y vuelto a mirar al espejo, y han salido hasta el portal con las zapatillas de paño puestas. O ir a trabajar un día de libranza y ya a la puerta del curro caer en la cuenta de que ese día librabas porque faenaste aquel festivo.

Alguna noche habrán conectado los cascos a la tele o al ordenador para no molestar al ver una película, se habrán quejado de la poca calidad del aparato y del film, y al final habrán advertido que la clavija estaba en el agujero equivocado. Y posiblemente más de uno habrá puesto la olla al fuego con todos los tropiezos, incluido el relleno, y a la hora de abrirla ver que faltaban los garbanzos.

O prepararse un bocata de tortilla con pan crujiente para llevar al trabajo, comerse lo que sale por los lados humeante y... acabar zampándose el bocadillo entero. La verdad es que no hay color de merendarlo calentito a hacerlo frío y con el pan ya blandengue.

O comprar una caja de cereales por las frutas que salen en la 'portada' y comprobar que no es que sean más pequeñas y arrugadas, sino es que no hay ninguna. Que es solo 'sugerencia de presentación' (sinvergüenzas). 
En fin, cosas que pasan en las mejores familias. Al tiempo.