¿Conocen esa sensación de cuando el cerebro parece que hierve a borbotones? Pues así está el mío últimamente cada vez que oigo hablar -y es demasiado habitualmente- de violencia de género, de abusos sexuales, de igualdad, de la Ley del solo sí es sí y los nefastos resultados en su aplicación… Lo cierto es que yo me estaba preparando un texto reflexivo, incluso con un puntito de emoción, sobre las niñas afganas que tienen que acudir a escuelas clandestinas y jugarse el tipo para burlar a esos bárbaros talibanes que pretenden someterlas a una vida en el ostracismo. Y no es que el tema me haya dejado de interesar, que algún día volveré seguro a él, pero he debido cambiar mi plan por imperativo de la actualidad y porque los bárbaros están mucho más cerca. Quería darles un titular de estos que habitualmente no salen en letra gorda: Berlusconi promete un autobús con prostitutas a los jugadores de su equipo de fútbol. ¡Este señor es un demente!

La idea, según contaba la prensa italiana, salió en un divertido discurso durante la cena de Navidad del equipo AC Monza, donde reveló el «estímulo extra» prometido como prima a los jugadores. «Ahora llegan la Juventus, el Milán, y si ganan a uno de estos grandes haré llegar un autobús lleno de prostitutas al vestuario». Y así se quedó más ancho que largo este señor italiano. No contento con ello, cuando su escuadra ganó al Turín el pasado fin de semana reincidió: «He recibido cien llamadas telefónicas, me piden que cumpla con mi compromiso». No me quiero imaginar el estado de la vena de Irene Montero al leer informaciones como esta «simple broma de vestuario». Por supuesto, la lluvia de críticas hacia sus palabras se convirtió en tormentón en Italia. Vergonzosas, indignas, vulgares, misóginas… fueron algunos de los calificativos. Continúe usted la lista, por favor. A mí no me queda espacio.