Rafael Torres

FIRMA SINDICADA

Rafael Torres

Periodista y escritor


Hijos predilectos

06/01/2022

En España la cultura no suele gozar de mucha predilección por parte de los poderes públicos, pero de ahí a que cualquier corregidor de medio pelo mercadee con el nombre de una escritora recién fallecida para aprobar los presupuestos de su municipio, media un abismo, concretamente el abismo por el que se despeñó el alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, al conceder en nombrar Hija Predilecta de la ciudad a Almudena Grandes pese a asegurar públicamente que "el personaje" no lo merece.

Dejando a un lado la patosidad del munícipe y su asténico concepto de la política, siquiera de la local, y dejando aparte también el análisis de los méritos que se requieren para la concesión de ese o de cualquier otro galardón oficial, sí cabe detenerse en el hecho de que el único premio que necesita un escritor, y que no puede dárselo ni quitárselo alcalde ninguno, es el de que se le lea, y Almudena Grandes, que fue muy leída en vida y lo seguirá siendo seguramente tras su deceso, ya lo tiene. Puede que los chicos escindidos de Más Madrid que condicionaron su apoyo a los presupuestos de Almeida a que éste nombrara Hija Predilecta de Madrid a la escritora, desconocieran esa sencilla verdad, o bien que quisieran poner una pica de izquierdas en el espeso Flandes de la derecha madrileña, pero una cosa o la otra, teniendo ya Almudena en su poder la distinción suprema para los de su oficio, y estando ya personalmente tan lejos de toda pugna partidaria, desvelan una torpeza que, si bien menor que la del alcalde chanchullero, no deja de contrariar un poco.

Los escritores necesitamos que nos lean y, a ser posible, que se nos respete, que se nos remunere como dios manda, que se pirateen algo menos nuestros libros y que nos quieran, que el propio García Márquez aseguraba que se hizo escritor para que le quisieran. Con eso nos damos, o nos daríamos, por absolutamente premiados. Ahora bien; los escritores madrileños, aun los más ávidos o necesitados de galardones y recompensas vacuas, tenemos particularmente difícil ser hijos predilectos más allá de nuestros padres. Hijos Predilectos de Madrid, del Ayuntamiento de Madrid, hay dos: Plácido Domingo y Julio Iglesias, y con eso está dicho todo. Eso sí, si hubiéramos nacido en otro sitio, alguno podría pillar el nombramiento de Hijo Adoptivo, título que se concede con una longanimidad inquietante.

Los escritores no podemos ser, salvo, como digo, de nuestros progenitores, hijos predilectos de nada, o, si acaso, sólo de algunos de nuestros lectores. Quede Almeida con sus presupuestos, los díscolos de Más Madrid con su pica, y Almudena en paz, lejos ya de todo eso..