Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Brutal

08/03/2021

Este periódico publicaba ayer un reportaje sobre la huellas de la arquitectura brutalista en Burgos. En España no interesa mucho la arquitectura, a diferencia de lo que ocurre en otros países, como Reino Unido, donde hay programas de televisión popularísimos sobre el tema. Aquí no existe ese gusto entre la población por la construcción en general y muchísimo menos por esos edificios grandes y de hormigón, que son la seña de identidad del brutalismo.
Es una pena porque la arquitectura es algo de lo que se puede disfrutar todo el tiempo, cada vez que uno sale a la calle para hacer cualquier cosa. Lo único que requiere es hacer el esfuerzo, físico y mental, de levantar la mirada y girar la cabeza. Y si se da ese paso, se pueden ver en cualquier sitio, elementos asombrosos. En Burgos, como en casi todas partes, se superponen las distintas capas de la historia de la ciudad y el reflejo de los movimientos imperantes en cada momento. Al ser un sitio pequeño, en apenas unos metros se puede viajar de la piedra del medievo a las fachadas de cristal curvo. y por supuesto, el hormigón, que muchos despachan con un ¡qué horror! sin darle más vuelta. Ahora puede parecer desfasado a algunos, pero supuso una revolución tecnológica increíble que permitió construir masivamente, a gran velocidad y barato. Y además, aunque sea una cuestión de gustos, creó edificios bellos de formas geométricas, agradables de utilizar y de una funcionalidad a prueba de bombas, pero hay que mirarlos para darse cuenta. En el mencionado reportaje, aparecían fotos del Centro de Formación Profesional Ocupacional (antiguo PPO), en el que la luz que entraba por las ventanas del techo fabricaban una atmósfera fabulosa que casi empujaba a estudiar o practicar en los talleres. Resultaba un espacio luminoso, cálido y acogedor, que es justo lo contrario de lo que se piensa del hormigón.
También sucede en el CAB: sus escaleras de hormigón son como un pasadizo intemporal que lo lleva a uno a las amplias plantas de exposiciones inferiores en las que no sabes lo que te vas a encontrar. Y si llega hasta aquí, hasta el CAB, puede salir a la terraza y observar la catedral casi a un palmo. Si la mira un rato, tan gris y enorme, tal vez llegue a pensar que es toda de hormigón y un poco brutalista, lo que tiene su punto. 
Salud y alegría.