Salvador de Foronda

Diez Mil Preguntas

Salvador de Foronda


Un ejército europeo

20/01/2022

Hay que recordar a Adam Smith, quien afirmó que aunque determinadas medidas para reforzar la defensa nacional pueden reducir la riqueza de los ciudadanos deben de adoptarse puesto que la defensa tiene más importancia que la opulencia. Esto viene a colación de las comparaciones que, con frecuencia, se hacen entre el coste de un avión militar o un carro de combate, por una parte, y el de una plaza escolar o una cama en un hospital, por otra. El problema de estas comparaciones es que los efectos de no tener otra escuela o un nuevo hospital se ve fácilmente; pero, para el ciudadano medio, es mucho más difícil percibir cuál sería el coste de no disponer de un sistema adecuado de defensa, al menos hasta llegar a una situación grave.

Los ejércitos han cambiado, no están basados en mano de obra poco cualificada, sino en un gasto más intensivo en capital físico y humano, que ha modificado sus costes de oportunidad. Se han transformado en organizaciones de alta tecnología que solo pueden ser gestionadas por soldados profesionales. Esto nos lleva a meditar sobre dos cuestiones claves. La primera viene como consecuencia del final de Afganistán, que ha creado dudas en Europa sobre la solidez y fiabilidad de la protección que ha venido prestando EEUU a lo largo de muchos años a sus socios. Estas dudas, que se plasman en desconfianza, hacen necesario que los países que conforman la Unión Europea se planteen la creación de un Ejército europeo capaz de dar respuesta inmediata, sin tener que depender de criterios diferentes. Y la siguiente cuestión clave es si los votantes europeos están sensibilizados y dispuestos a dejar más recursos para mejorar su sistema de defensa, siendo conscientes del coste de oportunidad que tal decisión implicaría. 

Para ello, se debe de valorar, en términos económicos, el coste de la seguridad, para darnos cuenta de que esta nueva Europa no ha sabido vender bien a sus Fuerzas Armadas. Se presume de unión económica y monetaria, con la creación de un Banco Central Europeo y Parlamento, pero no de la creación de un Ejército europeo. Nadie pone en duda que este gasto tiene un coste de oportunidad elevado, que obliga a los contribuyentes a renunciar al consumo de bienes y servicios para financiar a las FFAA. Coste que hay que asumir, puesto que la seguridad tiene un precio que se traduce en libertad e independencia.