Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Oscuros impuestos

10/09/2020

Iba a aceptar el trabajo, pero al ver los impuestos que debía pagar se lo pensó una, dos, tres y más veces, porque no estaba claro que compensase tamaño desembolso. Volvió a preguntar a un asesor.
Parece que a nadie le gusta que le impongan y menos que sea una imposición de impuestos o tasas, que han de ir a sus bolsillos a registrarle, a molestarle y, finalmente, a hacerle pagar en modo atroz o alucinante.
Muchos recordamos algunas escenas pintadas en Robin Hood, las que describieron los dibujos animados de Walt Disney, cuando los esbirros de las autoridades tomaban a los ciudadanos del bosque y, agitándolos, cogidos de una pierna en alto, cabeza abajo, dejaban caer sus últimas monedas de cobre al barro. 
Muchas conquistas fueron frenadas por la falta de recaudación, pues la rapiña no bastó.
En tiempos pasados, la recaudación tenía mucho que ver con las guerras, el lujo de los grandes y muchos asuntos ajenos al «populacho», pero cuando este se rebeló y todos fuimos populacho, el pueblo requiere que lo que se le quita sirva para el bien común y con esos impuestos se pague la sanidad, las carreteras, la educación y mil y un asuntos de los que no pocos son prescindibles y hasta estúpidos. Otros necesarios e importantísimos. 
Ya no es el diezmo de antaño, ahora es mucho más. En Italia, un trabajador autónomo paga hasta el 70’% de su salario al estado, pero no ve su rendimiento en un país que ha dejado las carreteras en el más horrendo abandono, por ejemplo, y ve la corrupción de los políticos de un modo continuado. No es raro ver reventar las ruedas de un automóvil o que duren muy poco los vehículos por los agujeros y grietas de un asfalto que parece del cuatrocento. Al final, es un desastre para toda la nación. Por eso, el resultado de tanto afán recaudatorio y la poca efectividad del sistema político es que se intenta hacer todo a la sombra del estado, «en negro», porque de otro modo no se puede vivir. Ahora votan los italianos el recorte de sillones para la representación parlamentaria, es poco, pero algo que reclamamos también los españoles: disminuir un estado exagerado e ineficiente y que nos dejen en paz, libres, para desarrollarnos.
Nuestro hispánico gobierno ha ofrecido grandes sumas para sostener la sociedad en una situación extrema, con la plaga devorando nuestras calles y plazas. De algún lugar habrá de sacar esos dineros. Ha de haber proporción y justicia, pero también mesura, para evitar que la economía se frene. Si cualquier movimiento requiere pagos y embrollos administrativos, burro-cracia impositiva, el país se estanca y pudre en su propia salsa.
Decidió hacerlo «en negro», a escondidas, aquel hombre abrumado por el gobierno que ahora se había convertido en su enemigo.