Juan Maiques

Plaza Mayor

Juan Maiques


Ni multa ni cárcel, orejas de burro

11/02/2021

La última condena al rapero Pablo Hasél no hace nada más que mostrar, una vez más, la delirante polaridad de nuestra sociedad. Abochorna la defensa de afines ideológicos hacia quien atraviesa todas las líneas rojas con invitaciones a pegar un tiro a un político, como avergonzaba también, hace no tanto tiempo, escuchar la protección, desde las antípodas, a un locutor radiofónico que animaba al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy a enseñar en Cataluña que España tiene aviones para bombardear y la legitimidad para utilizar la fuerza si lo estima conveniente.
¿Deben ir a la cárcel quienes hacen manifestaciones de este tipo de manera reiterada? ¿Deben de ser multados? Lo relevante no es si merecen un castigo u otro, sino que este país no sea contundente en su rechazo. Bien se merecería el primero una sanción en la que el dinero de la taquilla de uno de sus conciertos fuera a una asociación de la Guardia Civil de víctimas del terrorismo y para el segundo se me ocurre que podría tener que rascarse el bolsillo pagara algún tipo de evento para promocionar la lengua catalana. Darles donde duele.
Estas utópicas ideas le vienen a uno a la cabeza al recordar aquella leyenda urbana (o no) de alumnos a los que se les ponía un sombrero con orejas de burro para escarmentar. Porque lo que se merecen, más que entrar en prisión o una multa económica, es la condena pública, la marginalidad y el desprecio de una sociedad mucho más civilizada (quiero pensar) de la que ellos representan. Hoy éstos y mañana, como ayer, serán otros. Espejos cóncavos de odio, rencor y rabia. Y lo peor de todo, entre tanto hedor, partidos políticos intentando sacar tajada y alimentando la pelea. De pena.