Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Mercasalud

21/11/2022

No tengo experiencia en el mundo empresarial, pero supongo que cuando alguien se plantea montar un negocio lo primero que valora es cuánto mercado abarca la actividad que va a desarrollar, a cuántas personas les puede interesar.

El mercado de la salud planteado así es el más productivo, el que interesa a más personas, yo diría que a todas, al 100% de la población y, además, durante toda la vida. Por eso no es de extrañar el interés de tantos grupos empresariales en prestar servicios de salud a la población independientemente de cómo se presten.

El conflicto surge cuando se fuerza tendenciosamente a los ciudadanos a contratar servicios privados de salud porque los públicos cada vez funcionan peor. Y para que algo funcione mal, basta con que no haya suficiente personal para que el caos se haga presente, y para esto basta con que no se cubran las bajas por jubilación porque previamente se ha dejado de hacer el pertinente estudio que muestre cuántos médicos o enfermeras se van a necesitar. 

Nada de esto es casual, es una visión mercantilizada neoliberal de la sociedad en la que la prestación de unos servicios que deberían ser de carácter público se trasforman en privados porque previamente se han tomado decisiones encaminadas, pero no confesadas, a desmantelar por inanición el servicio nacional de salud y, si lo público no resuelve en plazos razonables los problemas, habrá que concertar servicios privados.

Este asunto no es de derechas ni de izquierdas, de comunistas, bolivarianos o ultraderechistas, no, es un asunto de servicio público, y los servicios públicos son el patrimonio que adquiere la población cuando paga sus impuestos, y son un derecho. 

Nuestra trumpista más reconocida, la presidenta madrileña Ayuso hace política con esto, carga su gestión mercantil en la cuenta de resultados del Gobierno, y en política hay pocas cosas más indecentes que no asumir la responsabilidad de tu desgobierno. Al final todo es un gran negocio del que ella participa, facilitándolo al menos, siendo fiel heredera de las presidentas que la precedieron: personas que gestionan lo público sin creer en ello, una hipocresía muy dañina para los más vulnerables, cuya población sigue creciendo.