Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Año ¿nuevo?

29/12/2020

¿Qué esperan ustedes, qué esperamos todos, de ese 2021 que se nos aproxima? Otras veces por estas fechas, la respuesta era clarísima, obvia, de Pero Grullo: «Próspero año nuevo». Y, en Nochevieja, nos saludábamos y besábamos con el mayor de los optimismos y una inmensa seguridad en el mañana. Así lo hicimos a finales del 2019 cuando la pandemia era una cosa lejana, irreal y de ciencia ficción. Nadie se imaginaba lo que empezó a ocurrir solo un par de meses después. Nadie barruntó las terribles consecuencias de aquel bichito detectado en China al que ni expertos ni autoridades dieron la importancia vital que ahora algunos, a toro pasado, se atribuyen. 2020 se presentaba como otro eslabón en la cadena de la recuperación iniciada (o eso nos decían) tras la grave crisis económica del 2008 y siguientes. Todo en vías de solución. El mundo occidental, el nuestro, el de los ricos, tenía respuestas para cualquier contingencia. Por qué dudar. Por qué preocuparse. Cada doce meses, o menos, que pasaban los problemas se iban arreglando (o eso nos decían), crecíamos, mejorábamos… Sonrisas, ilusiones, esperanzas. La Humanidad (o nuestra Humanidad), a salvo. Pero pasó lo que pasó, lo que está pasando, y aquel universo de Jauja y ensueño se tornó en pesadilla. Tanta que incluso nos ha amargado las navidades, esas fiestas señeras, hondas, sentimentales, intocables. Y casi nos ha obligado a elegir entre la economía y la salud. Adobado todo con el toque familiar, religioso, tradicional. La dura disyuntiva entre consumo y sanidad amenaza con prolongarse mucho tiempo, vacuna incluida. Por tanto, ¿qué le pedimos al 2021, quizás el año más dudoso de cuantos nos hayamos echado a la cara?, ¿cerramos los ojos y nos lo imaginamos como un año cualquiera o pisamos la tierra y le pedimos lo que nunca le habíamos exigido? Por ejemplo: que nuestros próceres dejen de sacudirse estopa verbal y entiendan de una vez que hay asuntos más importantes, mucho más, que sus peleas partidistas. O sea, que existen los ciudadanos a los que hay que escuchar y atender. ¡Feliz año!